Grupos afines al régimen de Daniel Ortega irrumpieron este lunes violentamente en la Basílica San Sebastián, en Diriamba, Carazo, y agredieron a varios obispos y a periodistas.
“Todo se puede evitar cuando razonamos”, manifestó monseñor Silvio Báez después de ser herido en su brazo derecho. “Por medio de la violencia todo se encamina a un callejón sin salida”, dijo el obispo auxiliar de Managua, según relata en un artículo de La Prensa de Nicaragua.
La agresión ocurrió cuando los obispos viajaron a Diriamba, a 42 kilómetros al sur de Managua, para liberar a un grupo de paramédicos y misioneros franciscanos sitiados por los parapolicías en el templo.
“Gracias a Dios hemos podido llegar a Diriamba y sacar a las personas que estaban en la basílica como rehenes. Lo que nosotros hemos sufrido no es nada comparado con lo que ha sido víctima la mayoría de los nicaragüenses”, dijo Báez.
En el hecho, también, resultaron lesionados el sacerdote Edwin Román y monseñor Miguel Mántica, señalaron el medio nicaragüense.
La situación se generó después de que una delegación de la iglesia católica, acompañada por la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPHD), entró en la plaza central de Diriamba, cuya basílica estaba rodeada de unos 200 encapuchados paramilitares y parapolicías, así como decenas de policías fuertemente armados y algunos de ellos también con los rostros tapados.
Los seguidores de Ortega, además, atacaron a periodistas a quienes les dañaron y robaron sus equipos de trabajo, en los que habían registrado la jornada.
Acan-Efe pudo constatar que cuando la delegación eclesiástica llegó al lugar los agentes uniformados desaparecieron para dar paso a centenares de encapuchados civiles y simpatizantes del presidente Daniel Ortega.
Esos grupos se aproximaron a la basílica al grito “¡entreguen las armas!” y “¡No eran estudiantes, eran delincuentes!”, en referencia a los universitarios asesinados por la represión.
El cardenal Leopoldo Brenes intentó dirigirse a los simpatizantes de Ortega, quienes le gritaron “¡asesino!” y “¡culpable!”, pero ante el intento infructuoso, el prelado decidió ingresar a la basílica por la puerta trasera.
Organización pro derechos humanos condenaron los hechos de violencia contra el clero de Nicaragua y la prensa.
En el interior del templo había al menos una docena de paramédicos y religiosos con batas moradas y la cara cubierta con tapabocas que esperaban ser liberados por los obispos.
Ese grupo fue evacuado por una puerta lateral de la basílica, mientras los sacerdotes intentaron bloquear el acceso trasero, sin éxito.
Durante el forcejeo los encapuchados agredieron brutalmente con puñetazos a los obispos, a quienes encañonaron con pistolas, lo que les permitió acceder al interior del templo armados con machetes y pistolas, pudo constar Acan-Efe .
En medio de la confusión, los sacerdotes intentaron abandonar el templo como pudieron por la puerta trasera, pero nuevamente fueron agredidos por los encapuchados.