Luego de 10 años de mal gobierno del FMLN, la esperanza de cambiar el rumbo del país ha renacido en el corazón de los salvadoreños, un pueblo que no admite la tiranía y está dispuesto a luchar por defender la libertad.
Pero la aparición de un caudillo mesiánico, que se autoproclama como la solución a todos nuestros problemas, asegurando estar respaldado por el pueblo que clama por democracia, es la amenaza de un futuro peor. Su último capricho es convertirse en Presidente de la República, esperando que se olvide su desafortunado desempeño como alcalde de Nuevo Cuscatlán y de San Salvador, cuyas finanzas dejó en números rojos a fuerza de desaciertos y de su falta de capacidad.
Demuestra un total desprecio por las instituciones y las leyes de la República con sus críticas a la Sala de lo Constitucional y a la Fiscalía, lo han vinculado judicialmente al grupo que perpetró los atentados cibernéticos contra EDH y LPG, empleando un vocabulario grosero, más la reciente investigación de evasión de impuestos. Pero insiste en postularse a la presidencia, acusando a las instituciones de bloquear su inscripción.
Si la Ley Electoral señala plazos para la inscripción de partidos políticos, celebración de primarias e inscripción de candidatos, ¿podría explicar el TSE si el plazo para inscribir nuevos partidos es indefinido o ya venció? Y en este caso ¿por qué se admitieron las firmas presentadas, iniciando así el proceso de inscripción?
Por si la inscripción falla, se ha apropiado del decadente CD, cuyo único exdiputado, investigado por enriquecimiento ilícito, hoy elevado a la categoría de analista del también único diputado Juan José Martell, que durante la campaña presentó una imagen pacifista, pero que esta alianza lo ha dotado de una voz altanera y prepotente, retando a los partidos a que les venzan en las urnas. Evidencia que este negocio ha engrandecido enormemente su ego. ¿Qué pensarán los fundadores, personas respetables, de este instituto político hoy tan desprestigiado?
Las amenazas al magistrado Rodolfo González demuestran, con sus violentas manifestaciones de calle, cuál será su estilo de gobierno. Un presidente sin un programa definido, más que su soberana voluntad, sin preparación académica y rodeado de muchos interesados en lucrar, defendiendo lo indefendible.
Y ante este panorama tan negro, es preocupante considerar quiénes formarán la nueva Sala de lo Constitucional, que en estos nueve años ha tenido en los Cuatro Magníficos, valientes defensores de la institucionalidad. Porque el proceso de selección que actualmente está realizando la subcomisión de la Asamblea ha recibido serias críticas de instituciones y profesionales que han asistido a las entrevistas de evaluación.
En la subcomisión solo hay dos diputados que son abogados. ¿Qué criterios de evaluación tendrán los demás? Las preguntas eran ya conocidas por los candidatos y se evitaron aquellas que podrían poner en aprietos al entrevistado. ¿Por qué fue suspendido en el ejercicio profesional durante un año? ¿Por qué salió del país, dejando sus labores de juez sin permiso alguno? ¿Por qué reconoció el nombramiento inconstitucional de don Ovidio? Y como de los 30 candidatos, solo dos tienen estudios de derecho constitucional, este proceso deja muchas dudas sobre la idoneidad de los futuros magistrados con un gobierno que sería peor que los dos del FMLN.
Tenemos que estar alerta para defender nuestra institucionalidad, realizando una labor de vigilancia de las intenciones de partidos traidores, que solo están esperando una buena oferta para unirse al populista. Es hora de olvidar resentimientos y rencores, y apoyar a quien pueda dar un giro de timón, volviendo a la gobernabilidad y al estado de derecho.
Maestra