Refugiados abarrotan la frontera de Estados Unidos

Una salvadoreña está en Tijuana con sus dos pequeñas hijas a la espera de solicitar asilo en ese país

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A migrant -alongside other Central Americans taking part in a caravan called "Migrant Viacrucis" towards the United States- flutters a Guatemalan national flag during a march to protest against US President Donald Trump's policies in Matias Romero, Oaxaca State, Mexico, on April 3, 2018. The hundreds of Central Americans in the "Way of the Cross" migrant caravan have infuriated Trump, but they are not moving very fast -- if at all -- and remain far from the US border. As Trump vowed Tuesday to send troops to secure the southern US border, the caravan was camped out for the third straight day in the town of Matias Romero, in southern Mexico, more than 3,000 kilometers (1,800 miles) from the United States. / AFP PHOTO / VICTORIA RAZO MEXICO-US-MIGRANTS-CARAVAN

Por Agencias

08 June 2018

Impertérritos ante la dura retórica de Donald Trump, personas que buscan asilo en Estados Unidos hacen colas inusualmente largas en el lado mexicano de la frontera, donde padres e hijos duermen sobre cartones bajo un calor abrasador y esperan por días, si no semanas, para ser entrevistados por inspectores estadounidenses.

Las esperas de algunas horas son comunes en la frontera. Pero aunque en las últimas semanas se han amontonado muchas solicitudes en puestos fronterizos de California, Arizona y Texas, los episodios en que la gente duerme al aire libre por varios días son inusuales.

Telma Ramírez llegó desde El Salvador para pedir asilo en Estados Unidos. Se presentó en Tijuana con un hijo de cinco años y una niña de uno, y se encontró con que había mucha gente antes que ella.

Esta mujer de 27 años observaba constantemente el movimiento en el puesto fronterizo para ver si voluntarios civiles llamaban su nombre.

Finalmente, en el vigésimo día, Ramírez llegó al frente de la cola.

“Tienes que venir todos los días para ver si te toca tu turno. Si no vienes, pierdes tu lugar en la fila”, expresó Ramírez.

Las razones exactas por la acumulación de solicitudes no están claras. Pero los pedidos de asilo han ido en aumento en los últimos años.

Un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional declaró a legisladoras el mes pasado que las solicitudes de asilo se habían triplicado del 2014 al 2017, para llegar a las 142,000, el nivel más alto en más de 20 años.

El funcionario, Francis Cissna, director de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración, dijo que hay 318,000 solicitudes pendientes.

El Servicio de Protección de Aduanas y Fronteras dijo en un comunicado que las esperas en la frontera son algo temporal y que la cantidad de gente que esa dependencia puede admitir depende de factores como la disponibilidad de camas en los centros de detención, la complejidad de los casos, la disponibilidad de traductores, las necesidades médicas y el tráfico en la frontera.

Hay quienes afirman que el gobierno tiene suficientes recursos como para evitar los atrasos y que está demorando todo para desalentar a la gente que viene a pedir asilo.

El gobierno de Trump ha instaurado una política de “tolerancia cero” hacia la inmigración ilegal y procesa a todo inmigrante que intenta ingresar sin papeles al tiempo que separa a padres e hijos. Los refugiados que piden asilo y se entregan a las autoridades no sufren esas situaciones.

En el cruce de Hidalgo, Texas, padres e hijos duermen en cartones en un puente que separa los dos países, a la espera de que autoridades estadounidenses los llamen, según voluntarios que les llevan comida y agua.

Abogados dicen que las personas que piden asilo en Nogales, Arizona, acampan afuera por hasta cinco días antes de ser atendidos.

En Tijuana, frente a San Diego, más de 100 refugiados se habían congregado este lunes en una gran plaza cerca del cruce más transitado del país. Vendedores callejeros ofrecían avena, tamales, burritos y licuados. Las familias cuyos números no son llamados vuelven a refugios para migrantes por la noche.

El voluntario Carlos Salio les dijo que la espera es de unas tres semanas. Salio consultó su gastado anotador en el que apunta los nombres de las personas y las llama cuando les llega su turno.

Cuando las autoridades estadounidenses dijeron que recibirían 50 solicitudes de asilo diarias, Salio recomendó a la gente que regresasen a los refugios. “Todo el mundo sabe que cuando tu número está cerca, tienes que estar aquí”, le dijo a la multitud, que incluía varias mujeres con hijos pequeños.

No es inusual que los refugiados tengan que esperar. Una caravana de centroamericanos que provocó las iras de Trump debió esperar casi una semana.