Italia, entre el populismo y la antipolítica

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Por Jaime García Oriani

02 June 2018

Entender la política italiana no es nada fácil. El caos que se está viviendo es prácticamente una constante que viene desde hace bastantes años. Un amigo –medio en broma, medio en serio– decía que, para confirmarlo, basta ver las conspiraciones y luchas por el poder en tiempos de la antigua Roma, con la diferencia de que ahora hay una democracia representativa y métodos civilizados para resolver conflictos.

Es interesante analizar la situación actual de Italia, la cual ha sido generada en buena parte por el populismo y la antipolítica, fenómenos de los que El Salvador no está exento. Por la misma dificultad que representa comprender la política del “Bel Paese”, no está de más decir que el espacio será insuficiente.

Italia es una república parlamentaria. Los ciudadanos eligen diputados y senadores, quienes dan los votos para sostener el gobierno, cuya cabeza es el primer ministro. El presidente de la República –una figura que garantiza el respeto a la Constitución y la unidad nacional–, elegido por un periodo de siete años por el Parlamento, es quien da el encargo para formar gobierno.

Después de tres meses de las elecciones, celebradas el 4 de marzo al igual que en nuestro país, finalmente se lograba dilucidar un acuerdo para formar gobierno. Con la ley electoral vigente, era de esperarse que los resultados no darían la mayoría a ninguno para controlar el Ejecutivo. Los ganadores fueron el Movimiento Cinque Stelle – M5S (populista y antisistema) y Lega Nord (partido con un fuerte discurso anti migración y anti europeísta).

Lo que pocos se esperaban era que negociaran un programa común de gobierno, pues en apariencia los dos grupos son ideológicamente opuestos. Sin embargo, en los años 60 se había dado un acuerdo entre fuerzas adversarias. La Democracia Cristiana y los socialistas gobernaron juntos para evitar dar el poder a los comunistas, en lo que se conoció como la “Convergencia paralela”.

La realidad es que, aunque el M5S tiende más a la izquierda y la Lega a la derecha, ambos comparten un discurso “anti establishment” y tienen fuertes componentes populistas. El caos se desató cuando el presidente Sergio Matarella rechazó a quien proponían como ministro de Economía, debido a sus posturas contra Europa.

Tras discusiones, dimes, diretes y otro intento para formar gobierno, hoy, viernes 1 de junio, a las 10:30 a.m., hora de italiana, mientras escribo, es probable que Lega y M5S logren llegar al Ejecutivo, con algunos retoques en el gabinete y cambios que convencieron a Matarella. Escribo el día y la hora porque todo es tan volátil que en pocos minutos el panorama puede cambiar completamente.

¿Cómo ha llegado a esta situación una potencia mundial, la cuarta economía más grande de Europa, parte del G8? En toda su historia como república, Italia ha presenciado la caída y surgimiento de innumerables gobiernos. Y aunque esa inestabilidad se ha convertido en lo estable, pienso que fue un largo proceso judicial conocido como “Tangentopoli” el que marcó un antes y un después.

Entre 1992 y 1993, salió a luz una enorme red de corrupción que involucraba al primer ministro, partidos tradicionales y empresarios. En 1994 los italianos volvieron a ir a las urnas, con nuevos partidos que aprovecharon la coyuntura para posicionarse como opciones diferentes. Con fin de los partidos tradicionales, el sistema italiano se volvió aún más “líquido”, con movimientos creados a medida y conveniencia para algunos personajes, como Silvio Berlusconi.

Veintiséis años después del final de la “Primera República”, los italianos no han visto soluciones concretas a sus problemas con aquellos que prometieron ser diferentes. El efecto inmediato ha sido el fortalecimiento de los populismos y de la antipolítica, que capitalizan el descontento con propuestas inviables.

Quienes piensan que el M5S es diferente porque sus parlamentarios no cobran salario deben ver cuánto dinero han recibido en otras “prestaciones” difícilmente fiscalizables o el pésimo papel de la alcaldesa de Roma. La Lega tampoco se salva, con escándalos en su pasado cuando gobernaron junto con Berlusconi, que salpican a su líder histórico, Umberto Bossi.

¿Nos suena conocida la historia? La antipolítica no soluciona nada. En buena parte, los ciudadanos somos los culpables, al permitir estas degeneraciones en la política por nuestra comodidad y apatía.

Periodista. Máster en comunicación corporativa.

jgarciaoriani@gmail.com