“Doctorado en economía”

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Por María Alicia de López Andreu

01 June 2018

Estamos en campaña electoral para presidente. Inició hace muchísimo tiempo. Ya ni recuerdo cuándo el tan mentado Nayib Bukele –en adelante, el mesiánico– comenzó a candidatearse para ello. Y ahora que, oficialmente, Calleja y Martínez le disputan esa posición, ha exacerbado su propaganda. Aclaro que nunca más mencionaré su nombre, porque esa es su estrategia: que le mencionemos, no importa que hablemos bien o mal, siempre que su nombre aparezca permanentemente en todo sitio y conversación.

Pregunto por qué el TSE, tan diligente para prohibir los debates públicos en las primarias de ARENA, ha sido ciego, sordo, manco y mudo respecto a la descarada propaganda que el mesiánico hace desde hace larguísimo tiempo. Utilizó su cargo como alcalde promoviéndose olímpicamente, visitó diferentes lugares para publicitar sus ideas –aún desconocidas–, boicoteó las elecciones del 04/03/2018 y pintó de un color aqua desteñido todo lo que pudo. ¿Nadie considera todo eso como campaña adelantada? Y, posteriormente a la recolección de firmas para su partido, ha llegado al colmo de su mesianismo. En una entrevista con Nacho Castillo, afirmó que si el TSE no lo inscribe, esos cientos de miles que firmaron en sus libros podrían lanzarse a las calles en protesta. Cuando el entrevistador le cuestionó si sus palabras amenazaban e invitaban a la violencia, respondió que no, que él no motivaría a nadie a protestar (¿y sus troles?) pero que la gente ejercería su libertad de expresión.

Requiere un masoquista esfuerzo escuchar al mesiánico en sus apariciones en televisión. Yo lo hago por conocer a quienes tienen la aspiración a gobernarnos. Y me llama profundamente la atención que ese individuo, cuya verborrea marea (lógico, es parte de su estrategia para aparentar capacidad) nunca haya dicho que la ley debe cumplirse, que todos debemos someternos a ella, que el Estado de Derecho es irrenunciable e innegociable. Por el contrario, sus actitudes, palabras y veladas amenazas, implican que la ley debe someterse a su capricho. Es decir: si Dios castiga nuestros pecados permitiendo que el mesiánico llegue a la presidencia, aquí no existirá ley que nos proteja; gobernará imponiéndonos sus peores ideas mediante gritos, matones, desórdenes, troles y grupos de choque.

¿Qué capacidad es la suya? Acaba de mostrárnosla –un “doctorado en economía”– afirmando que las empresas no son las creadoras de empleo, sino que nosotros, los consumidores, somos quienes los creamos comprando sus productos. Y, lo más triste, es la cantidad de gente que aplaude tan “brillante” teoría. Cierto que los consumidores podemos escoger entre diferentes productos y, de esa manera, beneficiar a la empresa que, a nuestro criterio, ofrece lo mejor; esa empresa crecerá y creará más puestos de trabajo. Y la que no produce bien, con el tiempo cerrará. Pero ese “poder del consumidor” lo tenemos porque la empresa “X” o la empresa “Y” ya existen. Si no existieran, ¿qué consumiríamos? ¿Cómo, sentados en el andén, con un billete en la mano, los consumidores crearíamos empleos? ¡Ah, las desconocidas ideas del mesiánico!

Es preocupante que alguien así tenga aspiraciones presidenciales. Y más preocupante que, gracias a errores y omisiones de la oposición, vayamos a caer en sus temibles manos. Ojalá que ARENA reaccione pronto y bien. Y que nosotros despertemos a tiempo, negándonos a elegir a un individuo que no será nuestro presidente, sino nuestro enterrador.

Columnista de El Diario de Hoy.