La Ópera Bufa populista

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Por Paolo Lüers

01 June 2018

Hace una semana escribí, en una carta desde Roma, que “todo indica que cuando se publique esta carta, Italia tendrá un gobierno”. Me equivoqué, como todos los comentaristas. Nadie tomó en cuenta la postura del presidente italiano, Sergio Mattarella – y la posibilidad que este señor de 76 años y convencido defensor de la integración europea podría negarse a permitir que una precaria coalición de populistas de derecha e izquierda ponga en riesgo la estabilidad de Italia y su futuro dentro de la Unión Euro.

Pero Mattarella vetó el gabinete que le presentaron. Obviamente tiene la obligación de encargar la formación del gobierno a la persona nombrada por una coalición que ganó mayoría parlamentaria. La Constitución no le permite vetar el programa de gobierno presentado por la coalición entre M5S (‘5 Stelle’, Cinco Estrellas, el movimiento antiestablishment, anti político, anti partidos, anti austeridad y anti europeo fundado en 2009 por el cómico Beppo Grillo y que fue apoyado por muchos sectores de una izquierda que se sentía defraudada por sus partidos) y la “La Lega” (el partido nacido del movimiento separatista del Norte de Italia, de carácter nacionalista, xenofóbico y anti europeo). Pero el presidente insistió que sus facultades constitucionales sí le permiten vetar a a un ministro propuesto - e hizo uso de esta facultad: Vetó la pieza clave de esta coalición, al economista Paolo Savona, feroz adversario de la moneda única europea y de los “dictados de austeridad” que según él Alemania y la burocracia europea de Bruselas imponen a Italia.

La coalición de los movimientos populistas había puesto a Savona a escribir la parte de su programa de gobierno sobre economía, política fiscal y política europea. Y consecuentemente insistieron que él asumiera el poderoso ministerio de Finanzas y Economía, decisión que inmediatamente causó alarma en Berlín, París y Bruselas – y en Quirinale, el palazzo presidencial.

Nombrar como ministro clave a un hombre que quiere sacar Italia del Euro y de los convenios europeos que limiten el déficit fiscal de sus estados miembros, es el punto de coincidencia entre los dos movimientos populistas que ganaron las elecciones italianas de marzo 2018: ‘M5S’ es antieuropeo por ser antiestablishment y antiausteridad, y “La Lega” es antieuropeo por nacionalista y xenofóbico.

El presidente italiano, normalmente una figura más ceremoniosa que política, con autoridad moral y simbólica más que política, se vio en un dilema: Por una parte tiene que reconocer la voluntad popular expresada en elecciones, que dio a los movimientos populistas el mandato a gobernar; por otra parte, como presidente tiene que proteger la estabilidad de Italia que razonablemente no puede visualizar en conflicto con la integración europea.

Su decisión de vetar al ministro de Finanzas por su agresivo discurso antieuropeo y sobre todo anti-alemán no nace de la intención de bloquear la coalición populista, sino de mandarles un mensaje de moderar su programa antieuropeo y anti-austeridad. Pero “M5S” como “La Lega” convirtieron el nombramiento de Savona, que representa su principal punto de coincidencia ideológica, en punto de honor. Ante el veto del presidente, desistieron de formar gobierno y piden nuevas elecciones, seguros de ganarlas.

Muchos critican al presidente. Unos lo presentan como el representante de la ‘casta política’ que ‘no quiere permitir los cambios políticos que el pueblo pide’; otros comparten su posición pro-europea, pero señalan que su veto victimiza y fortalece a los populistas de derecha e izquierda. Opinan que hubiera sido mejor dejar a esta coalición formar su gobierno, especulando que pronto fracasaría por sus propias contradicciones e incapacidades. En este caso irían a elecciones no como víctimas, sino como fracasados.

Y los populistas ahora tienen un argumento muy potente: “En Italia han juramentado como ministros a mafiosos y corruptos, y ahora vetan a alguien que se quiere enfrentar a la partidocracia…”.

Mi reflexión: El presidente tiene toda la razón, pero a veces puede ser un error hacer lo correcto…

El presidente encargó a un tecnócrata independiente, experto de finanzas internacionales, a formar un “gobierno técnico”, para administrar la crisis y convocar nuevas elecciones en 2019. Este gobierno no gozaría de ningún respaldo parlamentario y podría hacer muy poco para garantizar la estabilidad de Italia. No podría impulsar ninguna política nueva. También existe todavía la posibilidad de que la coalición populista haga otro intento de formar gobierno, sacrificando al hombre de la discordia. De todos modos, cualquier gobierno que se forme sería transicional, e Italia enfrentará nuevas elecciones, probablemente muy pronto.

Esta elecciones se convertirán en un plebiscito sobre el futuro de Italia en Europa, y también sobre el sistema partidario del país. El gran problema: En Italia, aparte del presidente que está muy solo y no puede ser protagonista electoral, no hay ningún líder capaz de defender el sistema y la idea de la integración, y mucho menos de confrontar al populismo. No hay ningún Macron, como en Francia, ni Albert Rivera, como en España, ni Angela Merkel, como en Alemania. La centroderecha se ha rendido ante los populistas. La extrema derecha mafiosa de Berlusconi está dispuesta a pactar con ellos para protegerse. Y la centroizquierda está atomizada. No se ve solución fácil para Italia.

Columnista de El Diario de Hoy