El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso nuevas sanciones económicas contra el Gobierno de Venezuela, dificultando a Caracas vender activos estatales luego de la reelección de Nicolás Maduro, en una votación que Washington calificó de “farsa” por no cumplir los estándares internacionales de democracia y representatividad.
La Casa Blanca explicó que Trump firmó una orden ejecutiva que prohíbe a los estadounidenses comprar obligaciones de deuda de Venezuela, instrumentos que según funcionarios habían sido utilizados por Caracas para obtener ingresos ante la necesidad de liquidez.
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Las medidas estadounidenses, sin embargo, por ahora no incluyen al sector petrolero venezolano.
Horas antes el gobierno de Trump dejó claro que considera una “farsa” la elección en Venezuela y se comprometió a tomar medidas rápidas para aumentar la presión económica y diplomática sobre el gobierno de Maduro.
En Caracas, el canciller venezolano Jorge Arreaza rechazó las nuevas sanciones estadounidenses y acusó a Washington de adoptar medidas “absolutamente ilegales” para torcer el brazo de un país que el domingo mostró en los comicios presidenciales “una gran musculatura” para fortalecer su democracia, su independencia y su soberanía.
Arreaza agregó que “no hay ningún tipo de medida restrictiva, de medida coercitiva unilateral, ningún tipo de presión” que pueda intimidar a Venezuela, ni siquiera si se trata de una potencia como Estados Unidos ni de Trump, comandante en jefe del más poderoso de los ejércitos.
Mientras líderes mundiales rápidamente condenaron el proceso electoral, el vicepresidente estadounidense Mike Pence afirmó que la votación no fue “ni libre ni justa”. Dijo que fue un “proceso falso” cuyo resultado es ilegítimo y agregó que la decisión de llevar a cabo las elecciones fue un golpe más a la orgullosa tradición democrática de Venezuela”.
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“Estados Unidos se opone a la dictadura y está con el pueblo de Venezuela en esta grave crisis humanitaria”, dijo Pence.
El vicepresidente insistió en que Maduro debe permitir el ingreso de ayuda humanitaria en un país donde la escasez generalizada de alimentos y la hiperinflación han alimentado la crisis social y la oposición al gobierno de Maduro, a pesar de los buenos réditos del petróleo local.
Al elevar la presión diplomática, el secretario de Estado, Mike Pompeo, advirtió que el gobierno de Venezuela “enfrenta el aislamiento de la comunidad internacional” hasta que restablezca la democracia y celebre elecciones libres y transparentes en un clima de justicia e igualdad de condiciones.