Cincuenta y seis fueron las puñaladas que recibió Graciela Ramírez el pasado 13 de febrero en Mejicanos y que le arrebataron su bien más valioso: la vida. Maltratada, abusada y amenazada por dos parejas masculinas durante su corta existencia, el último la mató mientras ella le gritaba que aún lo amaba.
Una amiga me preguntaba hace unas semanas: “¿Por qué matan a tanta mujer?”. Reflexionando sobre esta pregunta encontramos que Enrico Bisogno, Jefe de la Unidad de Desarrollo de datos de la UNODC (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito), entrevistado por BBC Mundo en octubre del 2016, expresó que “los homicidios son principalmente un problema de hombres, desde la perspectiva no solo de los perpetradores sino de las víctimas…”, lo cual también fue demostrado en el Estudio Mundial sobre el Homicidio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), publicado en 2013.
En un informe publicado en marzo 2016 por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas sobre las tendencias de la delincuencia a nivel mundial se afirma que alrededor del 80 % de las víctimas de homicidio intencional en todo el planeta son hombres.
Esto demuestra que la impresión que tienen algunas personas en cuanto a que el número de feminicidios y femicidios es cuantioso, comparativamente hablando, no es real y que ciertamente es producto de la cobertura periodística que se ha dado a los crímenes contra mujeres en un afán de hacer conciencia sobre el tema, más que por su número.
Lo que sí es real, de acuerdo con los resultados del estudio de la UNODC 2013, es que mientras los hombres son asesinados por alguien que ni siquiera conocen, casi la mitad de todas las mujeres víctimas son asesinadas por las personas más cercanas a ellas y en quienes confían.
Este estudio también concluye que es el hogar el lugar en el que una mujer tiene más probabilidades de ser asesinada, mientras que los hombres tienen más probabilidades de ser víctimas de homicidio en la calle.
A nivel global, dos terceras partes de las víctimas de homicidio cometido por compañeros íntimos o familiares son mujeres (43,600 en 2012) y un tercio (20, 000) son hombres. Casi la mitad (47 %) de todas las víctimas femeninas en 2012 fueron asesinadas por sus compañeros íntimos o familiares, en comparación con menos de 6 % de las víctimas masculinas.
Algunos expertos señalan que para encontrar las causas de estos fenómenos conductuales, es importante ir más allá de lo que pudiese parecer obvio: El consumo de alcohol, el acceso a armas de fuego, la tendencia masculina a participar en pandillas o en actividades del crimen organizado; y apuntan a la socialización de género: mientras los niños y los hombres son socialmente recompensados por ser físicamente fuertes y dominantes, y ridiculizados si se muestran débiles y sumisos, las mujeres, en contraste, son premiadas y exaltadas socialmente si se comportan de forma tranquila, subordinada y pacífica.
Los estudios demuestran que debido a que se espera que el hombre sea violento y la mujer pacifica, hay hombres y mujeres que viven de esa forma para satisfacer esas expectativas sociales.
Cuando a un hombre se le dice que está actuando como mujer por no comportarse con agresividad, se deja visible que el comportamiento pacífico es un atributo femenino, no de un verdadero hombre.
Por tanto, estos argumentos explican el porqué hay mayor cantidad de hombres que mujeres homicidas y que este comportamiento pacífico podría ser un elemento que contribuye a que las mujeres sean asesinadas con más facilidad que un hombre, al no estar preparadas social ni físicamente para defenderse, en la mayoría de casos.
Y así es como, en el marco de estas conductas humanas aprendidas, comprobando la teoría que la inmensa mayoría de las víctimas de homicidios relacionados con la pareja o la familia, son mujeres que mueren a manos de hombres que son o han sido su pareja; Graciela muere apuñalada por su pareja en quien confiaba.
Médica, nutrióloga y abogada
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