Con pompa y boato dignos de una ceremonia imperial, Vladímir Putin tomó este lunes posesión de su cuarto mandato como presidente de Rusia tras 18 años en el poder que no han mermado su popularidad en el país y en plena tensión con Occidente.
"Rusia para la gente. Ese debe ser el centro de nuestra política", dijo Putin en el breve discurso que pronunció ante los más de 6.000 invitados en la deslumbrante sala San Andrés del Gran Palacio del Kremlin, después de prestar juramento.
Quizás para apoyar su capacidad de trabajo, de manera bastante teatral la transmisión de la ceremonia comenzó con Putin sentado en mangas de camisa en su despacho, donde una llamada telefónica le avisa de que ya es hora de la investidura, antes de ponerse la chaqueta y caminar a paso firme por los largos pasillos del Kremlin durante varios minutos.
Después, en una limusina de fabricación rusa que se estrenaba precisamente para la ocasión, hizo el corto recorrido entre las catedrales del Kremlin hasta la sala de la ceremonia, que comenzaba a las 12 en punto después de un repicar de campanas.
Ahora, salvo que se reforme la Constitución, que prohíbe encadenar más de dos mandatos consecutivos, este mandato de seis años hasta 2024 será el último para Putin, de 65 años, que poco antes de las elecciones descartó la posibilidad de perpetuarse en el poder.
"Deben estar bromeando. ¿Qué debo hacer? ¿Quedarme aquí hasta los cien años? Nada de eso", dijo a los periodistas. EFE