La Haptonomía

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Por Mario Aguilar Joya

05 May 2018

El término haptonomía, proviene del griego hapsis, que se traduce como “tacto, sensación o sentido”, y nomos, “ley”. En sentido etimológico estricto sería “la ley del tacto o ley de la sensación”. Por lo tanto, se conoce como haptonomía a la rama del saber relacionada con la afectividad humana a través del contacto táctil pero también como arte incluye el estudio de las interrelaciones afectivas entre las personas. Esta es un área que tiene aplicaciones en todas las ramas de la salud humana, desde la concepción inicial hasta el momento de la muerte.

El concepto fue desarrollado en la década de 1950 a 1960 por Franz Veldman y se le ha encontrado especial utilidad en las ramas médicas de neonatología, neurología, fisioterapia, psiquiatría; también en el área de la sociología y psicología. Sin embargo, su función primordial está en el día a día de todas las personas, sobre todo en la manera en que nos relacionamos con nuestros más cercanos semejantes.

La haptonomía estudia la afectividad humana, entre otras formas, a través de la aproximación táctil, debido a que esta es una de las formas en que podemos expresar nuestros sentimientos hacia otras personas, pero desafortunadamente se ha convertido en una de las formas menos comunes de comunicarnos, pues vivimos en una cultura que cada vez con más frecuencia se resiste y evita el contacto afectivo.

El valor del acercamiento táctil se genera cuando aún nos encontramos en el útero materno. Es interesante notar que el órgano que está mejor relacionado con el tacto es la piel y desde más o menos la tercera semana de la concepción, cuando el embrión se encuentra en el útero, el cuerpo del niño en formación comienza a establecerse un arreglo embrionario, procedente de una estructura llamada ectodermo, y es la que da lugar a lo que posteriormente se convertirá en piel y en tejido nervioso. Es por esto, que alrededor de la tercera semana de vida intrauterina ya el embrión se encuentra en capacidad de percibir los estímulos táctiles pero también de sufrir el dolor en forma rudimentaria.

De manera que no debería extrañarnos que debido a este origen común de los tejidos nerviosos y la piel, podamos percibir con tanta delicadeza los estímulos que nos llegan desde el exterior de nuestros cuerpos. Reconocemos así la importancia del tacto como el más importante de los cinco sentidos. Se puede vivir sin poder ver, sin poder hablar y comunicarse verbalmente, en casos raros se puede vivir sin poder gozar del olfato o del gusto, sin embargo es virtualmente imposible vivir sin poder percibir los estímulos externos a través del tacto.

A través de la haptonomía los padres aprenden a “comunicarse” a través del tacto, con su hijo aun no nacido. El pequeño niño que sufre dolor recibirá un alivio parcial, si su madre lo acaricia, aun cuando la caricia no sea en el lugar del dolor. A una mayor edad, como adultos aprendemos a frotarnos las manos o los pies, logrando así disminuir la ansiedad o tensión que podemos estar sufriendo. Todos son ejemplos claros que de una forma u otra nos beneficiamos del contacto físico con otros o con nosotros mismos.

Sin lugar a dudas el contacto táctil es importante desde el inicio de nuestra vida en el útero y eventualmente se vuelve también esencial para mantener una vida normal y balanceada como humanos, sin esta forma de relación se puede llegar a sufrir enfermedades psicológicas y físicas.

Es una realidad que todos necesitamos del contacto de otros, no solamente para expresar sentimientos, también es importante pues nos ayuda a disminuir la tensión emocional y a atenuar la ansiedad y desconsuelo. Pero más importante aún, es aprender sobre el “con-tacto” humano desde la infancia puesto que la calidad de nuestra vida como adultos puede depender de ello.

Columnista de

El Diario de Hoy