Rompiendo con el tabú

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Por Paolo Lüers

04 May 2018

Incluir a las pandillas en alguna forma de diálogo es un tabú. Ha sido decretado por el gobierno del FMLN y la Fiscalía y sancionado por los medios. No solo excluimos de lo pensable que el Estado negocie con las pandillas, sino cualquier comunicación. Incluso se veta que la sociedad civil e incluso los medios hablen con las pandillas. Los principales cabezas de las pandillas se encuentran en total aislamiento en el Penal de Máxima Seguridad de Zacatecoluca. Han pasado casi tres años que nadie ha hablado con ellos. Por tanto, nadie sabe qué piensan.

Sin embargo, es importante saber qué piensan. Hay que romper el tabú, antes de que se vuelva insuperable y nos inhiba a pensar.

Algunos voceros de la MS13 dieron una entrevista a El Faro y hablan de la tregua, de las negociaciones con los partidos —e incluso de la posibilidad de desarmarse y buscar la reinserción. Pero esto no influye en nada en la discusión política del país, ya que los medios y la política no reaccionan a estos planteamientos. El tabú sigue funcionando.

Esto no es sano. Por eso, acepté la invitación de un vocero de la pandilla 18 Sureños de retomar la conversación, luego de un largo periodo de silencio. Por razones obvias no puedo revelar pistas que revelen de su identidad. Pero puedo dar fe de que es un vocero autorizado de su pandilla.

Un resumen de esta conversación está publicada en mi blog Siguiente Página. Aquí solo voy a mencionar algunos de los planteamientos que deben ser de conocimiento público. El primero: los pandilleros reconocen que fue un error haber negociado apoyos electorales con los partidos en anteriores elecciones, sobre todo en las presidenciales de 2014. Por esto, no lo repitieron en las recién pasadas elecciones y no lo harán en las presidenciales de 2019.

En este punto, la pandilla 18 coincide plenamente con lo planteado por la MS13 en El Faro. Mi pregunta lógica fue: ¿Siguen existiendo la tregua y la coordinación entre las pandillas? La respuesta: “El acuerdo de no agresión de marzo 2012 quedó en el aire. Nunca se dijo que ya no era válido. Pero a partir del 2015/16 ya no le dimos mantenimiento, dejamos de aplicar mecanismos de cumplimiento y de solución de conflictos. No regresamos a la guerra entre pandillas, la guerra regresó a nosotros, por falta de mantenimiento de los acuerdos. Pero sobre todo, porque el Estado atacó duro, no solo a nosotros, sino a la mediación. Echaron preso a Mijango y desarticularon nuestras comisiones para el diálogo … El gobierno dio carta abierta a la policía de matar, y el conflicto se hizo más violento”.

En esta situación de profundización del conflicto, las pandillas no ven viable el diálogo —pero no lo descartan. Lo condicionan: “Si viene un nuevo gobierno que no sea del Frente y plantea la humanización del conflicto, estamos abiertos a hablar y asumir compromisos. Pero tiene que ser con base en el respeto al marco legal —o sea, la PNC, Fuerza Armada y Centros Penales tienen que abandonar la represión de las familias, las ejecuciones, y la aplicación de condiciones de tortura a los presos. Y tiene que haber un acompañamiento y garantías de organismos internacionales comprometidos con la reducción de la violencia, incluyendo la estatal”.

La siguiente pregunta que le hice —y la respuesta que recibí— son clave. Las voy a reproducir textualmente:

¿Si existiera un mecanismo confiable de verificación, ustedes se someterían a una verificación de las medidas de humanización?

“Si es un organismo confiable que también supervisa y verifica el cumplimiento por parte del Estado, por supuesto que sí”. Y enseguida habla de Naciones Unidas, la Iglesia Católica, la UCA. Lo importante: “Gente independiente del gobierno”. El concepto de humanización del conflicto parece simple: el gobierno deja de actuar fuera de la ley (ejecuciones, represión de familiares) y ellos dejan de atentar contra policías, soldados, custodios y sus familias. Indudablemente sería un primer paso para detener la profundización del conflicto. ¿Pero existe voluntad de dar el paso final: desarmar a las pandillas e insertarse a la sociedad y su sistema legal?

Recibí esta respuesta: “Tendría que haber voluntad de abrir espacio para una verdadera rehabilitación y reinserción de pandilleros, tanto privados de libertad como libres. Y una verdadera entidad supervisora de Derechos Humanos, para monitorear las acciones de la PNC, de la Fuerza Armada y Centros Penales, así como para evitar juicios montados y arbitrarios. También los programas de reinserción y rehabilitación necesitan mecanismos de verificación. Nosotros no confiamos en gobiernos ni en partidos. Sin estos mecanismos de una verificación independiente no vemos posibilidad de asumir compromisos como desarmar la pandilla y reinsertar a nuestra gente”.

Hay muchas razones de ser escépticos, tanto de la voluntad real de los pandilleros, como de la viabilidad política de que un próximo gobierno pueda entrar en un proceso transparente y responsable de paz y reinserción con las pandillas. Pero, ¿podemos darnos el lujo de descartar esta opción, sin haberla explorado? ¿Somos esclavos de nuestros tabúes?

Columnista de

El Diario de Hoy