Pasito Tun Tun

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Por Gabriela Gozález Lucha

28 April 2018

¡Si bailas de aquí pa’lla, si bailas de allá pa’ca, enseguida tú verás: Pasito Tun Tun!

Este 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza. Muchos artículos e investigaciones académicas dejan en evidencia las razones por las que como sociedad deberíamos celebrarla: existen innegables beneficios físicos, mentales y emocionales, empezando por lo obvio, como el ejercicio que hacemos al bailar, la fuerza y resistencia física que se generan; siguiendo con lo menos obvio, como el aumento de la conciencia de nuestro cuerpo y emociones, el aumento de la retentiva, la prevención del estrés, la formación de autodisciplina y el trabajo en equipo; y llegando a lo insospechado, como la lucha contra los síntomas de la enfermedad de Parkinson o la construcción de paz en las sociedades conflictivas a través de proyectos de danza y arte.

Yo creo en dos razones particulares para celebrar y promover la danza en nuestro país: porque construye puentes y porque nos enseña sobre la pasión.

La danza es una construcción infinita. Se construyen puentes entre el alma y el cuerpo, moviéndose el cuerpo al ritmo de lo que el alma siente; puentes entre el foro y la audiencia, transmitiendo historias, ideas y sentimientos al público; puentes que van de lo imposible a lo posible, desafiando a la mente, al cuerpo y hasta a las leyes más rígidas, como cuando se desafía a la fuerza de gravedad en cada salto, que más bien parece el vuelo de un pájaro. La danza es capaz de construir puentes entre personas. Personas que pueden ser diferentes, con historias, ideas y creencias diferentes, pero que son capaces de bailar juntas al ritmo de la música. No importan las diferencias, el ritmo es el mismo. No importan los colores, la danza se disfruta igual. En la pista de baile, duelas de los conciertos, fiestas patronales, tablas de los escenarios, salones de las escuelas de danza, en las discotecas, gimnasios, bodas o en las fiestas navideñas en casa, cuando suena la música y se mueve el cuerpo, en ese momento somos iguales, no hay diferencias que valgan.

¿Se imaginan una sociedad en la que se danzara más? Una sociedad en la que apasionadamente empecemos a construir puentes para unir ideas y personas. ¡Con lo mucho que añoramos la unidad en nuestro país! Una sociedad en la que cada persona encuentre su pasión y trabaje duro alrededor de esta.

Aunque no soy una bailarina profesional, he tenido la suerte de estar cerca del mundo de la danza desde los 6 años, cuando entré por primera vez a un salón en la Escuela Nacional de Danza, he sentido el veloz palpitar del corazón al abrirse el telón y he bailado con el alma, y espero seguirlo haciendo con la misma pasión de siempre, hasta que me de la vida.

Quiero aprovechar esta ocasión para agradecer a quienes trabajan por avivar esta pasión: a los papás y mamás que apoyan con ahínco el sueño de sus hijos e hijas, a toda la planta docente de escuelas y estudios de danza, coreógrafos, equipos técnicos pero sobre todo a las valientes personas que deciden apostarle a perseguir una carrera en la danza en este país, con todos los sacrificios y complicaciones que esto conlleva.

Yo hablo de la danza, porque hoy es su día y porque es lo que a mí me apasiona, pero lo mismo pasa con cualquier ramificación del arte, pues todas hablan un lenguaje universal con el que podemos converger, independientemente de nuestras diferencias. Este es mi deseo: que el sistema educativo incluya las artes de forma integral; que se profesionalice el arte, especialmente la danza, que se eliminen los estigmas, que la danza sea para niños y niñas, hombres y mujeres, que el arte llegue a todos los rincones del país, que exista un sistema detrás que apoye a quienes quieran ser artistas, y que en El Salvador se baile más, ya sea girando con 32 fouttes en las tablas del Teatro Nacional o haciendo el Pasito Tun Tun.

Colaboradora de

El Diario de Hoy.