Coeficiente emocional

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Por Karla Interiano

28 April 2018

En el diario vivir, con frecuencia las personas se acompañan o presentan alguna manifestación física o psicológica frente a algún acontecimiento que le produce una alteración emocional, llamada: miedo, angustia, aflicción, irritabilidad, preocupación que podría ser anticipada al acontecimiento o en presencia del mismo, provocando una inestabilidad emocional. Esto podría manifestarse a través de diversos síntomas, los cuales varían entre cada individuo y del acontecimiento que se los ocasione: sudoración, taquicardia, problemas digestivos, de sueño, alimentación, cambios de ánimo, entre otros.

Si partimos de la teoría psicoanalista de Sigmund Freud, se pueden distinguir tres tipos de ansiedad: la objetiva, la neurótica y la moral. La primera establece que la causa del miedo es por algo definido, es decir, la reacción emocional desagradable es a menudo una advertencia de que existe una amenaza de peligro. La segunda es un miedo inconsciente, a lo que instintivamente pueda producir placer; a diferencia de la tercera, que se centra en la preocupación excesiva sobre la suficiencia personal, es decir, la persona se atormenta constantemente respecto a sus méritos y su eficiencia.

Es importante reconocer e identificar el desencadenante que genera la ansiedad en cada persona y como ésta se manifiesta, ya que no se está exento de presentarla, considerándola una “ansiedad normal” que es parte de un diario vivir.

En la actualidad el ser humano se encuentra expuesto, a muchos acontecimientos que generan estrés y angustia y en algunas ocasiones no se pueden obviar. Por esto resulta necesario que de forma personal se tomen acciones que le puedan permitir un mejor autocontrol frente a las diversas situaciones, generadoras de ansiedad.

Estas medidas pueden ser fomentar el hábito de la buena lectura, practicar algún tipo de ejercicio o deporte, mejorar los hábitos alimenticios, de sueño, optar por el sano esparcimiento, escuchar música relajante, practicar terapias de relajación y respiración, entre otros. Estos se constituyen en canalizadores de ansiedad y a su vez alternativas sanas de auto cuido. No sin dejar de mencionar, que la forma en que la persona se verá afectada, dependerá de las características propias de cada quien.

Es por ello que resulta necesario conocerse a sí mismo y reconocer cuáles son las fortalezas y debilidades que se poseen para responder a los aconteceres diarios de la vida cotidiana; su estilo de vida, sus relaciones familiares, con los compañeros de estudio, trabajo, con las personas en general, en cada uno de los roles o papeles que desempeña, en los diferentes ámbitos, así como frente a los cambios.

Sin embargo, resulta determinante evaluar que las manifestaciones que presenta cada persona, a causa de problemas de ansiedad, pasen de ser “normales” a convertirse en generadoras de una enfermedad más grave a descartar, que requieran atención especializada, tomando en consideración, el tipo de síntomas, sean corporales o psicológicos, la prolongación, evolución y la frecuencia con la que se presentan, ya que pueden ser originados por causas diversas y pueden tener relación con las condiciones psicosociales, ambientales y biológicas.

Hoy en día, más que tener un coeficiente intelectual elevado, se debe trabajar para contar con un coeficiente emocional que le permita responder de forma inteligente a sus emociones, y a factores que le generan ansiedad, lo cual contribuiría a mejorar en alguna medida su calidad de vida.

Licenciada en Psicología y

Máster en Diseños y aplicaciones

en Psicología y Salud.

Colaboradora de El Diario de Hoy.