Es de justicia felicitar a ARENA por sus históricas elecciones primarias. Sin duda, se trata de un gran paso para la democracia en nuestro país, con un proceso que permitió a sus bases votar de forma secreta para elegir a su candidato presidencial.
Veremos si el FMLN es capaz de garantizar elecciones democráticas en su partido, libres de las imposiciones de la cúpula, ahora que hay dos precandidatos de perfil moderado. Dudo que exista esta apertura en el movimiento color celeste creado a medida y conveniencia del alcalde capitalino saliente, donde todo se limitará —en caso logren competir con ese vehículo en la próxima contienda electoral— a una simple cuestión de trámite.
Reconocido el mérito de los tricolores, ahora deben pensar en acciones que les podrían ayudar a ganar la confianza del electorado, como aclarar las sombras del proceso interno y señalamientos: cartas de dirigentes invitando a votar por una persona, en el peor de los casos con presiones y amenazas; el apoyo explícito de miembros del Coena a alguno de los candidatos sin haber renunciado a sus cargos; los bloqueos para utilizar una sede departamental para un encuentro, entre otras cosas. Revelar las conclusiones y, en caso proceda, sancionar a los responsables, mejoraría su reputación y credibilidad.
La participación fue apenas del 48.11 %. De 122,364 afiliados, solo acudieron a las urnas 58,874. En contraste, en las internas de 2017 para elegir alcaldes y diputados, votaron poco más de 50 mil areneros, lo cual representaba el 54 % del padrón del partido que en aquel entonces contaba con 92,106 afiliados.
Habría que analizar fríamente esos datos y buscar entender por qué hubo baja asistencia a pesar de tratarse de un proceso en el que se supone que los votantes tienen una fuerte identificación o compromiso con el partido. ¿Estará inflado el padrón después del incremento de afiliados en los últimos meses? ¿Aumentó porque alguien “motivó” a otros a inscribirse o realmente fue por convicción? Claro está que con estos números y nivel de “engagement” de los afiliados, no se gana una elección a nivel nacional.
Carlos Calleja tiene ahora la tarea no solo de unir a su partido, sino a todo un país y mostrar por qué ARENA es una opción de la que los ciudadanos nos podemos fiar. Los discursos conciliadores ayudan, las frases motivadoras también, pero la diferencia la hacen los planteamientos concretos y la capacidad para debatir y sostener las propuestas, especialmente en una contienda que estará contaminada por una alta dosis de demagogia.
Para formar “el mejor gobierno de la historia”, como lo ha dicho el presidenciable, y convencernos a los ciudadanos de votar por ellos, el primer paso es separarse de algunos funcionarios y dirigentes cuestionados que le acompañaron en la contienda interna. Son personas en la mira de Probidad, diputados sancionados por el Tribunal de Ética por beneficiar a sus familiares o con un desempeño bastante mediocre, y alcaldes con gestiones estancadas en el tiempo, con pendientes con la Corte de Cuentas. Así es bastante difícil creer en una “Nueva visión de país”. Gestos, palabras y acciones van de la mano y son el mejor testimonio para ganar credibilidad.
Sería interesante que Javier Simán siguiera activamente en este camino hacia 2019. Una figura crítica con su propio partido, sin miedo a decir las cosas, aunque resulten incómodas, dan esperanzas de renovación y son atractivas para quienes estamos cansados de la vieja politiquería. Con su preparación y capacidad podría ser, además, una interesante figura con la que contar para levantar a nuestro país desde otra trinchera.
No está demás resaltar el impulso que pueden dar los diputados areneros en esta nueva legislatura para recuperar el Ejecutivo. Ya hicieron un papelón al no haber renunciado al “bono” o evitar pronunciarse como fracción en contra de estas dádivas. Sin embargo, aún hay campo para enmendar, por ejemplo, reduciendo el número de miembros de la Junta Directiva de la Asamblea y sus beneficios, y elegir a magistrados para la CSJ y Fiscal General independientes, evitando negociaciones oscuras o bajo la mesa.
Periodista. Máster en
comunicación corporativa.
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