Fue el propio Sánchez Cerén quien nombró como zar de las exportaciones a Sigfrido Reyes, el mismo que ayer perdió la batalla para impedir seguir siendo investigado por los magistrados Jaime y Blanco en la Sección de Probidad de la Corte Suprema, pese al rimbombante cargo que recibió. Lo anterior significa que el pretendido blindaje que se le quiso dar no paraliza la investigación para determinar si debe ir a juicio por presunto enriquecimiento ilícito.
El Vicepresidente de inmediato alabó el gesto: “...Hay que anchar el camino para unirnos, en hacer cosas buenas. Generalmente estamos tentados en buscar a la gente por las cosas negativas, por lo que no se hizo y lo que se puede hacer le ponemos un montón de obstáculos”, agregó, instándonos a todos a respaldar al plenipotenciario.
¿Qué es lo que el plenipotenciario va a exportar? Comenzando porque, como ya señalamos, para exportar algo hay que tener muy buenos vínculos con los exportadores de un país, lo que no es el caso entre los actuales funcionarios, que se la pasan denigrando, amenazando, insultando y exprimiendo a los productores. Y productores son los que producen y nadie puede exportar lo que no ha sido producido o fabricado, se trate de bienes tangibles como partes industriales o intangibles como programas cibernéticos.
En los meses que Reyes lleva al frente de Proesa, ¿en cuánto se han incrementado las exportaciones? ¿Cuántas veces se ha reunido con la gremial de exportadores y a qué acuerdos han llegado?
Lo que el plenipotenciario va a exportar es su propia persona, andar de La Ceca a La Meca, de donde revienten cohetes a donde revienten cohetes, pasarla en hoteles de lujo, darse la gran vida a costa de “tu” dinero, querido lector. Y donde vaya lo acompañará su famita y la investigación que encara.
Poco les falta repartir el Palacio y el Teatro Nacional
El partido oficial está repartiendo puestos públicos a sus allegados, indistintamente, como se viene señalando, de si tienen la capacidad, la mínima capacidad, para desempeñarlos. Los reparten como si fueran de su propiedad, no parte del patrimonio público.
En el caso de los embajadores, “plenipotenciarios” o no, se ha descartado de golpe la carrera diplomática, con sus requisitos, sus ascensos, sus capacitaciones, para otorgarlos a dedo a muchos que apenas podrían optar a puestos de oficinistas en una de las viejas representaciones diplomáticas.
Y eso, llenar de improvisados e inexpertos los puestos diplomáticos, tiene sus costos, el primero de ellos los papelones que esta clase de gente hace frente a cancillerías de países con largas, en siglos, tradiciones. Comenzando por los modestísimos aspectos de un número de esos flamantes embajadores.
El problema del nepotismo es que se manosean sectores vitales de una nación, como las aguas, el medio ambiente, los transportes, los parques, el empleo, la economía en general, la enseñanza, la niñez y, en primer lugar, el orden legal de los países, las libertades individuales, la convivencia.
Repartir cargos públicos a allegados es como si se pusieran a repartir propiedades del Estado, vale decir de todos los ciudadanos, como entregar a unos partes del Teatro Nacional; a otros, parcelas de lo poco que queda del Parque Infantil; a otros, trechos de una carretera o un puente.