Por vez primera, dicen varios analistas internacionales, entre ellos Christiane Amanpour, de CNN, como además estiman muchos gobiernos de Occidente, Donald Trump dio a conocer lo que es la “raya roja” que nadie puede cruzar sin recibir una inmediata respuesta de Estados Unidos.
Y la raya roja por ahora es el uso de gases mortales contra poblaciones indefensas o inclusive contra beligerantes, como fue establecido por tratados internacionales desde antes de la Segunda Guerra Mundial.
Hitler usó gases tóxicos contra los inmolados en los campos de concentración, al igual que en varios Estados norteamericanos usaban la cámara de gas hasta hace poco para ejecutar criminales condenados a muerte.
El actual horror del Medio Oriente tiene su origen en la obstinación del dictador monstruo Assad de aferrarse al poder, aun a costa de destruir su propio país.
Assad, en su demencial ofensiva contra los opositores a su régimen, sacó de las prisiones sirias a toda clase de delincuentes y terroristas para formar, como un frente contra sus adversarios, un ejército de extremistas, el ISIS, que está asolando Siria e Iraq, asesinado etnias, esclavizando mujeres e inclusive ejecutando niños y niñas menores de seis años.
Y es contra tales huestes infernales que el presidente Trump inicia su intervención en esa vasta zona: el ISIS, Assad y el terrorismo deben aniquilarse, para salvaguardar las poblaciones no chiitas que están siendo masacradas en estos momentos.
Los aliados de Assad son los rusos y los iraníes, estos últimos por ser de la misma vertiente del islam, chiitas.
Los rusos han avalado, al no actuar, horrores como la matanza de miembros de sectas no chiitas, de patrimonios históricos de la humanidad como Palmira, la ciudad creada en un oasis en medio del desierto hace más de dos mil años por la reina Zenobia, la tumba de Jonás y otras grandes creaciones del ingenio humano.
Pues destruir es siempre muy fácil, como hacen ahora los rojos en El Salvador, que están destruyendo la economía y las instituciones que son el sostén moral y material de los salvadoreños.
Lo que es cada vez más evidente es que una paz en el Medio Oriente es sólo posible sin Assad.
Y en esto uno de los errores más graves fue cometido por Obama, que primero dijo que intervendría en Siria y luego rectificó diciendo que no intervendría, lo que fue una especie de cheque en blanco a Assad para iniciar la destrucción de Siria.
Hay que proteger a todos los pueblos de la barbarie y los despotismos
Los pueblos y la gente necesitan de grupos, entidades, principios y alianzas que les protejan de la barbarie, que estén alertas para correr en su socorro y restablecer la paz y una razonable medida de seguridad.
Los balances de poderes, la aplicación de la justicia, la libertad de expresión, las libertades individuales son las principales salvaguardas contra dictaduras y agresiones.
Y en adición, en la misma forma como las policías en el mundo civilizado protegen a sectores y personas amenazadas o agredidas, la existencia de fueras foráneas para proteger pueblos bajo ataque es más que deseable, como las brigadas del Ejército francés que intervienen para defender naciones francófonas del África de depredadores.
Tales funciones las contempla la Carta Americana, que en estos momentos no está cumpliendo con sus obligaciones ante los desmanes de dictadores como sucede en la actual Venezuela de Maduro.