Un minuto de silencio se guardó la semana pasada a iniciativa de ARENA, en memoria de dos muchachitas asesinadas, homenaje símbolo a tantos niños y adolescentes que son asesinados a diario en nuestro país, “uno de los más violentos sobre la Tierra” según indicadores internacionales.
Pero lo que es seguramente respaldado por la mayoría de salvadoreños fue objetado por la expresidenta de la Asamblea, quien desató una discusión política alrededor de lo que era un drama humano.
Ese proceder parece ser generalizado entre miembros del partido oficial, que sólo en raros momentos parecen condolerse con esas muertes y no dudan en llegar hasta censurar a la Fiscalía por publicar las estadísticas de pobres adolescentes desaparecidos, hayan sido niños buenos o inclusive pandilleros.
Lo que sucede es un reflejo del grado de descomposición en que hemos caído, herencia, como lo son las pandillas que asuelan tanto El Salvador como ciudades en Estados Unidos y Europa, de la brutal guerra que sufrió el país en los 80.
A este desaguisado siguió el menosprecio que hizo la connotada señora a un furgón con donativos que enviaron los salvadoreños de Los Ángeles a nuestro país, contenidos que ella calificó de “basura”, insultando a los muchos allá que se esforzaron para recoger donativos, equipos médicos, sillas de ruedas, ropa usada y nueva, que alivia necesidades de la gente. Alivia necesidades causadas por las políticas económicas del actual gobierno, por la ineficiencia de sus funcionarios para administrar recursos y abastecer los nosocomios, por despilfarrar en sí mismos gran parte de los dineros públicos.
Consultas que se hacen en Internet son excusa para costosos viajes
Lo propio es que sólo grupos de personas que no pueden valerse por sí mismas, de indigentes, necesiten que les hagan caridades.
Lo natural es que en una sociedad haya trabajo y que la gente en general pueda valerse por sí misma y cuidar a sus propios enfermos o incapacitados, “como era antes”. Como es aún en países como Corea del Sur, donde las familias se avergüenzan de tener que recurrir a asistencias estatales para cuidar a algunos de sus miembros.
El desdén sobre el envío es una afrenta para los connacionales que se interesan sobre las necesidades no atendidas en nuestro país y recogen de familias, asociaciones, entes oficiales, grupos diversos, lo que puede ser útil a personas, grupos y comunidades aquí.
Además son personas que mantienen vivos su nexos con sus familiares y por tal razón se interesan por lo que sucede en El Salvador, además de ser las que envían remesas y con tales remesas contribuyen al bienestar de todos.
Pero eso, para la connotada señora, no importa.
Ella, por su parte, no anda donando nada pero no duda en viajar en primera clase, la última vez a Suiza, a informarse sobre las leyes y regulaciones que rigen el aborto terapéutico, cuando no se cuenta en la Asamblea con los votos para aprobar nada relacionado con ese tema.
Despilfarro de bienes públicos son los viajes de diputados y funcionarios que nada dejan de positivo a El Salvador, gestiones que además pueden hacerse por internet.