Es el régimen dictatorial de Nicolás Maduro, no la OEA (Organización de Estados Americanos) quien se ha entrometido en los asuntos internos de Venezuela, pisoteado su democracia, arruinado su economía y llevado a los venezolanos al borde de la hambruna.
Los movimientos de la OEA son pasos para rescatar al país de los usurpadores, como cuando una fuerza de policía entra a una casa a liberar familias asaltadas por una banda de facinerosos o de un sobrino enloquecido que está acuchillando a los moradores.
En su momento, Venezuela firmó la Carta Democrática de la OEA, se comprometió a cumplir los postulados de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, juró defender su democracia y acatar las normas universales de respeto a lo que son principios válidos de convivencia entre hombres y naciones.
Pero después de comicios libres y con el respaldo de una masa de embobados, Chávez y su gente se hicieron con el poder y procedieron a desmantelar instituciones y tradiciones en su provecho, iniciando la marcha hacia la ruina.
En las democracias de Occidente, al primer traspié que comete un ciudadano, un funcionario o un presidente, la justicia interviene para rectificar, sancionar o validar sus actos. Fue esa la regla que puso en pie en Nueva York el exalcalde Giuliani: cero tolerancia para proteger a la ciudad del abuso, de los procesos degenerativos que van socavando sociedades.
Es por desafortuna lo que no sucedió en Venezuela al iniciar Chávez su manipulación de las instituciones y las leyes venezolanas, como tampoco actuaron los guardianes de la legalidad en Alemania en el momento en que Hitler, que también llegó al poder en elecciones libres, inició el desmantelamiento del Estado democrático alemán con las espantosas consecuencias que se conocen: cincuenta millones de muertos, la destrucción de Alemania y media Europa, odios y persecuciones que persisten al día de hoy.
El gobierno salvadoreño ataca a quienes están rescatando a Venezuela
La OEA no es una entidad interventora, sino una de rescate, de restablecer la legalidad, de desalojar a dictadores que, además de agredir permanentemente a los venezolanos, se ha denunciado que mantienen alianzas con el narcotráfico y criminales en el Hemisferio.
El deterioro de grupos humanos, naciones, ciudades, barriadas, nunca sucede de un día a otro, sino que es un deterioro progresivo que con el tiempo se acelera hasta llegar a la ruina. Se ilustra bien con el ejemplo de “la ventana rota”: cuando en un vecindario aparece una ventana rota y no se repara, gradualmente aquello se transforma en lugares abandonados, como ha pasado con muchas partes de San Salvador, notablemente alrededor del Castillo de la Policía, del viejo Ministerio de Trabajo y los alrededores de la Esquina de la Muerte.
Y eso, institucional, moral y operativamente es lo que sucedió a Venezuela desde la primera transgresión que hizo Chávez al orden constitucional sin que las cortes del país lo detuvieran, hasta lo de hoy: la gente comiendo basura.
En tal sentido la OEA es el inicio del rescate, representa la legalidad pisoteada de Venezuela, el restablecimiento de garantías y derechos ciudadanos, el freno y la reversión del saqueo a las arcas públicas y al país por Maduro y su grupo.
Muy pobre papel hace el actual gobierno salvadoreño al abogar por y respaldar a un gobierno fallido y al mismo tiempo emprenderla contra los bomberos que corren a apagar el fuego.