Análisis de la Agencia AP
En 2008, Raúl Castro se hizo cargo de un país en el que poca gente tenía computadoras o celulares, del que sus ciudadanos sólo podían salir al extranjero con un permiso especial y era difícil para cualquiera iniciar un negocio propio.
Una década después, sólo basta caminar por las calles de Cuba para ver el cambio dramático operado: hay miles de pequeños comercios, cafeterías, casas para alojar turistas, carteles de venta de viviendas y ofertas de productos del agro para beneficiarios de tierras en usufructo, mientras millones de personas se comunican con familiares y amigos en el exterior mediante un sistema de wifi público, limitado pero accesible.
Además, desde que el mandatario cubano y su colega Barack Obama restablecieron relaciones diplomáticas en 2015, una parte no especificada de la deuda externa de la isla fue condonada o reestructurada y el número de turistas se duplicó hasta alcanzar unos cinco millones de visitantes al año.
Para Reinaldo Taladrid, un comentarista de la televisión estatal cubana, las tensiones con Estados Unidos servirán como freno a cualquier reforma que busque el sucesor de Raúl Castro.
"Tienes al país más poderoso del mundo, el gobierno más poderosa en la historia de la humanidad que tiene como política cambio de régimen en Cuba", explicó Taladrid.
Para el comentarista, mientras la isla se sienta "sitiada"? por Washington, las autoridades revolucionarias estarán cerradas a cambios que puedan parecer concesiones a Estados Unidos y contará con el apoyo popular en una nación con un fuerte sentimiento patriótico.
___