El gobierno salvadoreño ha comenzado a votar de manera favorable al régimen venezolano de Maduro en la OEA, lo cual permite a la población comprobar si los efemelenistas toman en consideración los intereses de sectores que se benefician de la cooperación estadounidense al país, o si, en cambio, la ceguera frente al horror que sufren los venezolanos es lo que se impone a todo.
Si se menosprecia la persecución a opositores, el desastre económico en que ha caído Venezuela, la miseria que obliga a tantos a comer basura, los sufrimientos de enfermos que no consiguen medicamentos para curarse, el dolor de familias cuando sus niños mueren a causa de las primitivas condiciones de los hospitales venezolanos, es que tampoco se condolerían de los salvadoreños si tales condiciones se dan en nuestra tierra, como no se conmueven por la diaria matanza de personas inocentes.
El vocero oficial reclama al senador estadounidense Marco Rubio por advertir que los países que voten a favor del despotismo venezolano serán sancionados con una reducción de los programas de asistencia, lo que no es “presión política” cuanto solidaridad con los venezolanos.
La insensibilidad frente a los desmanes del régimen de Maduro es explicable en el gobierno de este país, indiferente a los perjuicios que sus políticas, sus despilfarros y su ineficiencia están causando a la población, a los sectores de trabajo, a la gente de a pie.
Tómese el caso de los maestros de los institutos nacionales, que no reciben sus salarios desde hace tres meses, lo que obliga a muchos de ellos a endeudarse y en adición no pagar previos créditos, digamos los relacionados con compras de electrodomésticos o de una vivienda.
Piénsese en los problemas que sufren los hospitales por falta de medicinas, lo que una y otra vez se denuncia con el único resultado de despedir a los denunciantes o degradarlos. En ello se comparte con Venezuela el mismo mal, con la diferencia que aquí no se ha llegado --y Dios nos libre de llegar-- a tales extremos.
Piénsese en las dificultades que pasan los dueños de inmuebles que los alquilan a “el Estado” y que también están cayendo en mora con sus propios acreedores.
No es sólo de votar por Maduro, sino los daños que eso acarrea
Es natural que haya entendimientos entre ellos, los que forman una especie de internacional de destructores de países. Y la recompensa a los votos salvadoreños son abrazos y sonrisitas por vender, en cierto sentido, la alianza con un país donde viven tres millones de nuestros connacionales. Venden la primogenitura por una sola lenteja...
No se trata únicamente de la asistencia en préstamos o donativos, sino además poder interceder con Washington a favor de los salvadoreños allá, por la extensión de los permisos de residencia, por nuestras relaciones comerciales, nuestras exportaciones a Estados Unidos.
Pero eso aparentemente no se les cruza por la cabeza, como no piensan que un voto a favor del repugnante régimen de Maduro es también una mala señal para los gobiernos europeos que son casi cotidianamente insultados por Maduro y que además sufren los estragos de la droga que se transporta desde Venezuela a África y de allí a Europa.
No hay relación entre la quedada bien con un represor y los costos que eso acarrea.