Quieren que todos repitan las fantasías que se les ocurren

Conocer la realidad, tanto de lo bueno como de lo malo y de lo que amenaza, es un derecho ciudadano esencial, pues la gente debe saber dónde está parada.

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22 March 2017

El vocero del gobierno criticó a la Fiscalía General por revelar el número de desaparecidos en los últimos meses, pues, afirma, las cifras (650 en lo que va del año) generan alarma en el público y hacerlo equivale a “menospreciar los programas que está realizando el Gobierno”, con lo que hay disminución de hechos criminales, además de que, asegura, “se han reducido significativamente los secuestros, los asaltos a mano armada, los hurtos, los robos, el robo de vehículos”.

Que la población la pasa atemorizada, nadie lo duda, con miedo de las bandas criminales, de las extorsiones, de perder su empleo, del estado en que se encuentran los servicios públicos, de las amenazas a alumnos y maestros en muchos lugares y que han generado una gran deserción escolar.

Pero hay más. Al publicar las fotos de los desaparecidos, en su mayoría jóvenes, sus familias, sus padres, sus hermanos, sus amigos se consuelan teniendo la esperanza de que alguien podrá informarles de ellos, o al menos llevarlos donde descansan sus restos. Y en tal sentido la Fiscalía actúa con un poco más de sentimiento que el vocero oficial, que prima la imagen del gobierno por sobre el drama de esas personas y sus familias.

El remedio es el usual en los regímenes autocráticos con vocación dictatorial: si no gustan los hechos hay que censurar su divulgación, y además de censurar, maquillar cifras para que la población crea que estamos mejorando. Pero ya pocos se engañan sobre las realidades nacionales y la incapacidad del partido oficial para controlar el delito.

La censura reviste muchas formas, todas aplicadas por el actual grupo en el poder y todas con una misma finalidad: distorsionar la realidad, hacer creer a la gente que todo está bien, que estamos saliendo de la cárcava institucional, moral, económica y física que está engullendo a la Nación, hasta que, de poderlo, puedan imponer la mordaza total como en Cuba.

Las mentiras y los controles son una señal de debilidad

La crítica del efemelenismo, por circunstancias, es hoy contra la Fiscalía, pero también apunta a entidades, personas, informadores, partidos hasta organismos internacionales que no comparten sus posturas. Y un caso se dio hace pocos días: un populacho criticó al Secretario General de la OEA por plantear la expulsión de Venezuela del organismo, en vista del desplome general de tal régimen.

No sólo quieren censurar a los locales, se trate de una gremial o la Sala de lo Constitucional, sino que se atreven a defender lo indefendible, en este caso dictaduras como la venezolana o la boliviana, o los procesos incoados en Brasil contra Lula y la Rousseff, que fue destituida por el Congreso de su país por maquillar las cuentas del gobierno.

Conocer la realidad, tanto de lo bueno como de lo malo y de lo que amenaza, es un derecho ciudadano esencial, pues la gente debe saber dónde está parada.

La censura es como una hiena insaciable: mientras más devora, más quiere devorar, y de los primeros “regaños” a la gente por señalar un abuso pasan luego a amenazar y perseguir en distintas maneras, agregando a la coacción el espionaje, los seguimientos, las calumnias, lo que es también una señal de debilidad, de darse cuenta de que su incapacidad los está llevando al desastre como partido y al país a la ruina.