¿Dónde está el “buen vivir”? “Al otro lado de aquellos cerros...”

Maravillas que no se ven en los abarrotados pasillos del hospital Zacamil o en los hospitales públicos, donde a muchos pacientes les toca dormir en el suelo, en camillas o compartiendo cama con otros enfermos...

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05 March 2017

El “bien vivir” es una realidad para la nueva aristocracia, que pasó de sus campamentos guerrilleros, sus refugios en Managua o sus vacaciones en los territorios de las FARC en Colombia, a vivir opíparamente sin tener que contribuir al bienestar común, o como dicen los italianos, pasarlas en el “dolce far niente”, el dulce no hacer nada.

Pero en sus encuentros sabatinos con “el pueblo” --“pueblo” que son activistas del partido--, el oficialismo pinta cuadros de bienestar, ayuda a los necesitados, obras sociales, asistencia médica a discapacitados y muchas otras maravillas.

Maravillas que no se ven en los abarrotados pasillos del hospital Zacamil o en los hospitales públicos, donde a muchos pacientes les toca dormir en el suelo, en camillas o compartiendo cama con otros enfermos...

¿Dónde está el “bien vivir”?, preguntan a voceros del gobierno...

Está, responden, al otro lado de esos cerros que se ven en el horizonte. Allá, continúan, todo es bienaventuranza, hermandad, alegría.

Pero si un gobierno es incapaz de mantener un pequeño zoológico y la solución que los encargados encuentran para cerrarlo es matar a los animales en forma atroz versus venderlos a otros zoológicos, ¿qué esperanzas quedan para la gente que no puede cruzar los cerros y llegar al paraíso que pinta el oficialismo, a la tierra del Mago de Oz, al País de las Maravillas de Alicia?

Tómese el caso de los maestros de varios institutos del Gran San Salvador que tienen más de cuatro meses de no recibir sus salarios, lo que obliga a muchos de ellos a endeudarse con prestamistas, que luego “sacan los ojos” a sus clientes con intereses leoninos, de usura.


Cada niño debe tener oportunidad
de crecer y labrar su felicidad


Pero volvamos al caso del Zoológico. Hasta el final de la presidencia Flores, el parque estaba en muy buenas condiciones, las familias lo disfrutaban muchísimo, pues no sólo enseñaba a los niños lo que es la fauna local, las especies que habitan nuestro territorio, sino los animales de otras latitudes, incluyendo especies en peligro de extinción.

El Zoológico de entonces contaba con una isla de monos, muy divertidos, con serpentarios, aviarios, jardines cuidados y bien atendidos cafetines además de una tienda de souvenirs.

Los zoológicos son siempre no sólo una exhibición, sino parte de lo que educa a niños y adultos, que despierta amor por la naturaleza, que abre los ojos del intelecto a lo que son las especies animales y vegetales, fauna y flora, que comparten con nosotros humanos la Madre Tierra.

Hay zoológicos, museos y jardines para niños y jóvenes cuando se les considera futuro, promesa, alegría, inocencia, espontaneidad, no como carne de cañón, como seres a los que hay que indoctrinar y someter para que estén al servicio de una casta, una dictadura, carne de cañón sacrificable.

Entre las leyendas más emblemáticas de la tradición cristiana está la matanza de los Santos Niños Inocentes, un suceso que no tiene mayor sostén histórico pero que encierra un hermoso significado: cada niño participa de la divinidad de Nuestro Señor, por lo que hay que cuidarlo, amarlo, educarlo, tutelarlo para que dé lo mejor de sí, para que irradie alegría. Por lo mismo, todo lo que contribuya a su educación debe cuidarse, incluyendo parques y lo que son ventanas a la naturaleza, para que el niño pueda, al desarrollarse, escoger los mejores caminos, labrar su propia felicidad.