Del maltrato al dolor

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Por Elizabeth Castro

13 April 2018

Del maltrato infantil al dolor en la edad adulta, ¿Habrá relación? Y sí, sí la hay. ¿Cuál es? Durante mucho tiempo se han intentado disipar las dudas y resolver la dinámica que resulta del maltrato infantil, en especial las consecuencias a mediano y largo plazo. Especialmente cuando estos niños que ha sido abusados crecen y desarrollan formas particulares en que manejaran sus respectivas familias.

Es con esta problemática en mente, que se realizó el estudio ACE, por sus siglas en ingles “Adverse Childhood Experiences” (Experiencias Adversas en la Infancia) que tomo en cuenta más de 17,000 familias de clase media con datos familiares y médicos que se extendían hasta la infancia temprana y que incluyo sin duda, familias funcionales y disfuncionales, en donde el maltrato infantil era frecuente.

En forma independiente del nombre que le pongamos a la adversidad infantil: pobreza, muerte de los padres, violencia intrafamiliar o en la comunidad, abuso sexual, físico o psicológico, los niños que crecen en estos ambientes serán más susceptibles a padecer de mayores problemas psicológicos (lo cual era lo esperado); sin embargo, son además más propensos a tener dolores crónicos inespecíficos cuando llegan a la edad adulta, es decir, también tenían más problemas físicos.

A pesar de que el estudio terminó en 1998, estos 20 años hasta la actualidad han servido a los especialistas para intentar resolver el enigma de porque los niños que adolecen abuso en el periodo de su infancia sufren más dolor físico en la edad adulta. Así es como este año los Centros de Control de Enfermedades en Atlanta, Estados Unidos, publicaron los resultados de esta actualización del Estudio ACE.

Los hallazgos indican que a edad temprana, cuando nuestros inmaduros cuerpos son sometidos a un evento estresante y continuo, sobre todo cuando éste dura muchos años, los individuos sufren el efecto tóxico generado por las sustancias hormonales llamadas Cortisol y Adrenalina, las cuales en cantidades elevadas y por muchos años generan daño crucial en las conexiones nerviosas en los cerebros infantiles aun en desarrollo. Esto eventualmente desencadenara que la persona no pueda modular efectivamente la intensidad del dolor y tampoco la respuesta que debe dar a cada estimulo doloroso, sufriendo invariablemente de dolor a estímulos pequeños y experimentándolos con mayor intensidad.

Aun cuando la explicación parece sencilla, va más allá de la dilucidación de las enfermedades psicosomáticas. En estos casos se trata de dolores reales, genuinos pero de intensidad mayor de como lo percibe el resto de la población. Por ejemplo, todos hemos experimentado un dolor de cabeza, pero hay personas que sufren migrañas severas e incapacitantes y que no resuelven con medicamentos convencionales. Otras personas adolecen de “dolores estomacales o colitis” que a veces consideran fuera de proporción normal y suelen ser catalogados como de “gran intensidad”, con pobre respuesta a los medicamentos prescritos.

Debido a que las personas sometidas a maltrato durante la infancia han sufrido mucho, es muy difícil que expresen fácilmente esas experiencias. Sin embargo, eso se logra con ayuda profesional, la cual nos orientará hacia el reaprendizaje de la reacción al estrés y al control del dolor físico y psicológico.

La finalidad última de este estudio es hacernos ver a los médicos que eventos traumáticos en la infancia pueden generar dolores intratables muchos años después de ocurridos los eventos de maltrato infantil.

Pero no es exclusivo para los profesionales de salud. Después de todo, todos conocemos a alguien que constantemente se queja de dolor ante estímulos pequeños, o presenta dolores de mayor intensidad o estos no mejoran con el uso convencional de medicamentos. Quizá, antes de juzgarlos, debamos recapacitar si no estamos frente alguien que ha sufrido de maltrato infantil y que todavía sigue sufriendo, pero de una forma diferente.

Médico y columnista

de El Diario de Hoy