A Dios gracias hace veinte mil años no hubo oposición a la minería

Rechazar la minería porque sí, porque hay quienes se oponen a ella, es rechazar una potencial fuente de nueva riqueza en un país en el que cada día hay menos.

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06 February 2017

Fue una suerte para la humanidad que hace unos veinte mil años no hubiera ni marxistas salvadoreños, ni religiosos, como recientemente un grupo bajo la cabeza del arzobispado capitalino, que se opusiera a la minería, la que con frecuencia algunos califican como “industria de muerte”.

El hombre no habría extraído cobre de las entrañas de la tierra, ni más tarde latón con el cual lo mezclaban para elaborar el bronce, ni menos hierro...

Nada de la edad del cobre, ni la edad del bronce ni menos la edad del hierro. La humanidad continuaría trabajando, excavando, construyendo, derribando bosques, labrando la tierra, con utensilios de piedra, de madera o piedras al extremo de palos.

¿Puede alguno de nuestros lectores vivir sin utensilios de metal, trabajar sin ellos, moverse sin ellos?

¿Es posible que los bienes de uso diario que conocemos, desde tejidos hasta alimentos, hamburguesas, frijoles, transportes, periódicos, instrumentos musicales, existirían sin el empleo de metales?

Oponerse a la minería es una forma de algunas personas, grupos, entidades, de evidenciar su preocupación social, sus desvelos para proteger la salud de sus connacionales.

La imagen de la minería que propagan es la de procesar el mineral usando químicos venenosos, arsénico, potasas, etc., sin que haya forma de proteger ni la salud de los mineros como primera obligación, ni la de las comunidades donde tales obras se realizan.

Ignoran que hay maneras de maneras de trabajar mineral y que existen normas en países desarrollados muy aplicables en El Salvador para cuidar el ambiente y a los pobladores.

Nadie piensa volver al medioevo, cuando se condenaba a los criminales a trabajar en las minas de sal donde morían de terribles dolencias renales.

En Salzburgo, la citadela de la sal, continúan las extracciones de sal y fue en esas minas donde se almacenaron obras de museos y patrimonios artísticos para protegerlos de los bombardeos que tuvieron lugar cuando Alemania estaba vencida.

Muere más gente al día en Mejicanos
que en todas las minas de EE. UU
.  

Minas las hay de varias clases: a cielo abierto y cerradas, con largas galerías que recorren las entrañas de la tierra, como las de carbón en ciertos estados norteamericanos o las existentes en Colombia.

Y como en todo quehacer humano, riesgos siempre hay, pero es más seguro laborar en una mina de carbón a quinientos metros debajo de la superficie, que transitar en Mejicanos o en La Campanera.

Rechazar la minería porque sí, porque hay quienes se oponen a ella, es rechazar una potencial fuente de nueva riqueza en un país en el que cada día hay menos.

Es además reducir valioso empleo a los pobladores de lugares vecinos a esas potenciales minas.

De acuerdo a cifras oficiales, el número de personas que murieron el año pasado en accidentes relacionados en labores u obras de minería en Estados Unidos fue de 25 y la minería en ese país ocupa 381,000 personas y mueve enormes capitales, a lo que deben agregarse las tecnologías que año con año se desarrollan, a patentes concedidas, a comunidades beneficiadas.

Sólo una empresa, la 3M, Minnesota Mining and Manufacturing, nos ha facilitado la vida con sus stickers y su cinta adhesiva Scotch.

No es constructivo oponerse a nada sin basar esa postura en razones y hechos comprobables. Y que la minería de la actualidad se basa en proteger minas y proteger el medio ambiente es una realidad innegable.