Parte de los fondos de ayuda a la seguridad asignados al Triángulo Norte --Guatemala, Honduras y El Salvador-- se desembolsarán en la medida que haya un combate a la corrupción, declaró la embajadora de Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes.
El “combate” a la corrupción, estrictamente hablando, aún es incipiente en El Salvador y la población espera que tome fuerza y se castigue a todos los que resulten probadamente implicados, sean de izquierda o de derecha, aunque parece prevalecer la percepción de que no se quiere tocar a los de la izquierda.
Ha sido evidente cómo se ha tratado de exhibir y humillar a encausados de previos gobiernos, pero se permite que Funes, enjuiciado por presunto enriquecimiento ilícito y que corrió a asilarse en Nicaragua, se limite a completar cómodamente un cuestionario desde la embajada de El Salvador en Managua.
Parece haberse olvidado que la Corte Suprema lo envió a juicio por ingresos no justificados por al menos 728 mil dólares, a lo que la Fiscalía agregó un lote de armas y los bienes suntuosos encontrados en sus casas, así como un préstamo por 700 mil dólares a su amigo de confianza y las noticias de que su misma campaña recibió dinero de Odebrecht, un emporio de corrupción en Brasil.
Este es un caso en que la Fiscalía salvadoreña debe profundizar más sobre las entregas de dinero y a cambio de qué, como lo está haciendo su similar brasileña en varios países de Latinoamérica que le dieron obras a la constructora, como aquí se estaba a punto de adjudicarle obras de la CEL.
Ya ha pasado justo un año desde que la Corte ordenó un juicio por presunto enriquecimiento ilícito contra Funes y la ciudadanía considera que es tiempo de que haya resultados.
La Fiscalía debe esclarecer también el pago de $108 millones a una empresa italiana pese a que dejó abandonados los trabajos del Gran Hoyo de El Chaparral, un cuestionado arreglo que Funes defendió públicamente a capa y espada.
Hechos como este han causado que los precios de la energía en El Salvador sean los más altos en Centroamérica.
Pero, sobre todo, casos como los mencionados hacen palidecer los atribuidos a gobiernos del pasado.
¿Qué más corrupción puede haber que un descarado nepotismo?
Hay otro factor que no se debe perder de vista y es que en cualquier parte del mundo se califica como corrupción, se investiga como corrupción y se castiga como corrupción: el nepotismo.
Se ha denunciado que ministros, directores, presidentes, etc., rellenan con sus parentelas y amigatelas un número de plazas. Y están allí y se quedan fosilizados allí no por lo que saben, por sus experiencias, por su capacidad, sino simplemente por el parentesco, pues casi siempre se trata de llevarle “para firma” lo que tradicionales funcionarios elaboran, funcionarios que han ido siendo removidos “por no tenerles confianza”.
Sin embargo, la Policía parece estar más preocupada en distribuir y difundir fotografías de capturados, a los que además se les aprehende con escándalo público en misas, en sus trabajos, frente a su vecinos.
En El Salvador la “lucha contra la corrupción” es incipiente y hay que impedir que los corruptos la manipulen para evadir el castigo y perseguir a inocentes, para desviar la atención y quedarse tranquilos.
Que no se distorsione la lucha contra la corrupción
El "combate" a la corrupción, estrictamente hablando, aún es incipiente en El Salvador y la población espera que tome fuerza y se castigue a todos los que resulten probadamente implicados, sean de izquierda o de derecha.
16 February 2017