El Papa Francisco admitió que cometió “errores graves” al evaluar el escándalo de los abusos sexuales perpetrados por un clérigo católico en Chile y convocó a los 32 obispos del país sudamericano a Roma.
Francisco envió una inesperada carta a los purpurados chilenos reunidos en su asamblea anual en Punta de Tralca --balneario ubicado a 120 kilómetros al noroeste de Santiago--, en la que resumió aspectos de su visita a Chile en enero y su nueva mirada sobre las agresiones sexuales a menores tras conocer el informe de su enviado especial a Chile, monseñor Charles Scicluna.
“He incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”, dijo en un párrafo de la misiva que los obispos recibieron el martes.
Agregó que “desde ya pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo también personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas”.
Francisco aludía a los 69 testimonios que Scicluna y el reverendo Jordi Bertomeu reunieron en Nueva York y Santiago sobre el obispo de Osorno, Juan Barros, acusado por víctimas de encubrir al cura Fernando Karadima, expulsado del sacerdocio por abuso sexual de menores y sentenciado en 2011 a una vida de penitencia y oración. Karadima había sido un favorito de la jerarquía católica y sus víctimas acusaron a varios jerarcas de encubrirlo para proteger la reputación de la Iglesia.
Durante la visita a Chile el Pontífice trató a las víctimas públicas de Karadima de calumniadores y aseveró que nunca se habían acercado a él para aportarle pruebas o testimonios contra Barros.