Al menos 257 personas perdieron la vida ayer al estrellarse un avión militar argelino en una zona agrícola próxima a la capital, en el que es el peor accidente aéreo de la historia de Argelia.
La tragedia se produjo poco después del amanecer cuando un aparato de fabricación rusa se precipitó al suelo apenas un minuto después de despegar de la base militar de Bufarik y tras volar de forma errática a baja altura describiendo una elipse, según se pudo observar en un vídeo difundido por una televisión local.
El avión, en el que viajaban 247 pasajeros y 10 tripulantes, la mayoría de ellos oficiales y soldados del Ejército argelino con sus familias, cayó de costado y explotó al colisionar con el terreno, causando una enorme bola de fuego y humo.
Fuentes oficiales en los campos de refugiados saharauis en Tinduf, localidad hacia la que se dirigía el vuelo, revelaronque 30 de los fallecidos son civiles saharauis que habían viajado a Argel para diferentes tipos de trámites burocráticos y médicos.
Nada más conocerse la noticia, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Ghali, decretó en la misma siete días de duelo oficial.
El avión, de la clase Iliushin, tenía previsto realizar una escala en la ciudad de Bechar, en el suroeste del país.
Desde allí debía llegar antes del mediodía a Tinduf, una área de importante actividad militar al ser fronteriza con Marruecos y albergar desde hace 40 años a la población saharaui expulsada tras la ocupación marroquí de la antigua colonia española del Sahara Occidental.
En el aeropuerto de esa ciudad asomada al desierto, las escenas eran de dolor y desesperación, en particular de los familiares y amigos de las víctimas saharauis que habían viajado decenas de kilómetros para recibirlos.
Una sensación de impotencia y abandono que, según dijeron varios de los afectados, se suma a la tragedia de una vida en el exilio.
Escenas de drama similares se vivieron en los alrededores de la base área, adonde varias de las familias se acercaron para tratar de conocer el destino de unos seres queridos a los que habían despedido hace pocas horas.