Gran sensiblería “social” de los burócratas del país

Sus salarios, como todos los salarios del país, se pagan por los productores, no por el Partido Comunista ni los obispos holandeses ni las Naciones Unidas o seres extraterrestres.

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08 January 2017

Para demostrar su gran sensiblería social y su abnegado amor por los pobres, el secretario técnico de la Presidencia nos pintó el cuadro de las penurias que sufre la gente cuyos ingresos son de cien dólares por mes, lo que ganan jóvenes, mujeres y viejos por trabajos de ocasión, sin horario.
 
El lloriqueo, según él, justifica imponer salarios mínimos por encima de la productividad, los que, inexorablemente, causarán desempleo y el cierre de pequeñas y medianas industrias y actividades en el sector rural, un desempleo que tiene sin cuidado a la ministra de Trabajo, que está muy segura en el suyo, pues lo tiene no por mérito, sino por su larga trayectoria agitando las masas.

Haremos una pausa muy corta para recordarles tanto al secretario técnico como a la ministra de Trabajo, que sus salarios, como todos los salarios del país, se pagan por los productores, no por el Partido Comunista ni los obispos holandeses ni las Naciones Unidas o seres extraterrestres.

Y esa es precisamente la diferencia entre la burocracia dorada y la gente de trabajo: pagar planillas, lo que nunca han hecho los efemelenistas que viven espléndidamente, no por su esfuerzo, pues andar en griteríos callejeros ni menos destruyendo lo ajeno, no genera ni bienes ni servicios ni ahorros ni nada.

Pero vamos a eso de los que ganan cien dólares o los doscientos mínimos.

Lo primero, que con esos ingresos las personas pobres dependen vitalmente de los servicios públicos de salud, educación, seguridad, para subsistir.

Pero esos servicios están en la vil calle, dado que los ingresos estatales se destinan principalmente para los despilfarros del oficialismo, a sus negocios, las brigadas de embrutecedores, la gente incapaz que está nombrada en puestos públicos importantes.

Tan mal son esos servicios que cuando Francisco Flores pidió permiso para ir donde sus médicos, en tono burlón un jefe policial dijo que debería ir al Rosales, precisamente lo que les toca a los pobres: ser asistidos en centros de salud que el Minsal tiene casi en abandono por inepcia de sus titulares y por sus eternos conflictos con el personal de los centros.

Igual con la enseñanza: los jóvenes no reciben una educación que les habilite a ganar buenos salarios, sino que, por la inseguridad imperante, inseguridad causada por la inepcia en combatir la criminalidad, tienen luego que trabajar en labores de bajo nivel.

Y esas deficiencias graves se reflejan en muchos servicios del Seguro “Social”, donde la mayoría de nosotros busca atención pero no recibe la adecuada por culpa de los nombramientos políticos.

La muestra la da lo que piden en la Asamblea, un seguro propio pues no quieren ir al ISS “S”, donde acuden los que pagan los impuestos que sostienen la legislatura.
 

Rémoras en los océanos y
privilegiados en un golpeado país

  

Lo peor que puede pasar a un país son grupos de privilegiados que por la fuerza obligan al resto a sostenerlos, como con la burocracia dorada de El Salvador.

Ejemplos de lo que agobia a este país abundan en la naturaleza: los zánganos en las colmenas, las rémoras en los océanos, la caspa en el cuero cabelludo y lo peor, los partidos totalitarios en varios desafortunados países del mundo.