¿Cuál es el “salario mínimo” para los altos empleados de la burocracia dorada?
Indirectamente el Secretario Técnico de la Presidencia lo dio a entender: para que ninguno de ellos pase angustias para arreglarse con unos cuantos cientos de dólares, nadie recibe menos de dos mil al mes, a lo que deben sumarse muy, pero muy generosos beneficios y prestaciones, todo lo cual parece ser “información reservada”, más ahora que en prácticamente todas las dependencias estatales y como nos dicen dirigentes sindicalistas, es rara la entidad oficial donde para este nuevo año no se incremente el personal en cien, doscientos y hasta quinientos nuevos miembros del glorioso partido, que pasan a mejor vida, no en la que ustedes, queridos lectores, pueden pensar, sino la que en un santiamén los engorda más allá de lo que nadie creyó que seres humanos lo consiguen.
Engordes físicos y engordes monetarios...
¿De dónde sale el dinero para pagar los “salarios mínimos de la burocracia efemelenista? El dinero sale del bolsillo de los salvadoreños que trabajan, sale de los bonos escolares que no se entregan desde el año pasado, sale de las carencias de los servicios públicos, sale de los ingresos fiscales del gobierno, los más altos de la historia, pero que nadie sabe dónde van a parar, pues los servicios y las obras públicas son los más bajos de la historia.
Una contradicción pero la que siempre, sin excepción, va aparejada con los gobiernos izquierdistas.
Lo de dos “salarios mínimos”, el oficial para los pobladores y el no escrito pero muy vigente para los funcionarios, es lo que, como ejemplo, acaba de decretarse en Venezuela, país que regularmente eleva los salarios mínimos para compensar el deterioro de la moneda, que hora tras hora pierde valor.
Y allí también hay dos “salarios mínimos”, uno para la realeza “bolivariana” que incluye a las hijas de Chávez y otro para los que cualquier salario es una burla, pues hay muy poco para comprar en la arrasada Venezuela, lo que obliga a sus pobladores, los que pueden, a ir a Colombia o Brasil a conseguir comida y unos cuantos bienes esenciales.
Venezuela es el país donde en las panaderías no hay pan, en las farmacias no hay medicinas, en las boutiques no hay ropa, en las escuelas prácticamente no hay educación, como más y más está sucediendo en El Salvador.
Como chapulines, caen encima,
de todo lo que está a su alcance
Caerle encima a empleos públicos despidiendo a las personas que por años los desempeñaron para meter en ellos a la parentela, fue de lo primero que hicieron los efemelenistas. El de agricultura en cuestión de meses tenía a varios de su parentela en esos cargos, donde siguen pese a no tener capacidad para desempeñarlos con alguna medida de decoro.
Y lo que se argumenta para despedir a casi cualquiera, es que se le “perdió la confianza”, un intangible totalmente subjetivo pero suficiente para consumar incontables atropellos.
En la Calabria, al sur de Italia, la Ndrangheta, la más implacable de las mafias de ese país, le cae encima a contratos, puestos públicos, presupuestos, negocios, lo que puede. Sus tentáculos alcanzan toda Europa, desde recoger y manejar basura y pizzerías, hasta bancos y transporte.
Como ya comenzó a suceder en este suelo; véase el caso Sitramss.