Nuevos “acuerdos de paz”, ¿con qué intenciones?

El Orden de Leyes que prevalece en el mundo tiene sus raíces en los albores de la civilización y mucho de lo que se considera justo y obliga a los miembros de un grupo humano se gestó en las cavernas

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18 January 2017

Se dice que un camello es un caballo diseñado por un grupo de expertos...

Pero cuando los diseñadores son de pocas luces, lo que resulta es un Frankenstein, un monstruo que amenaza y aniquila todo lo que entra en su cercanía...

En el mensaje oficial del 16, el gobierno anunció un proceso para llegar a “nuevos acuerdos de paz”, con la participación de funcionarios de Naciones Unidas, lo que lleva implícito el riesgo de que personas que no conocen nuestras realidades entren a presionarnos sobre lo que debemos hacer, anulen el legítimo debate, desplacen a nuestras instituciones y busquen decidir sobre asuntos meramente domésticos.

En estos casos no se descarta el riesgo de que se infiltren personas con agendas políticas e intereses propios, pero nunca los del país.

Lo que se observa es que en el fondo siguen pensando en llevar al país de sobresalto en sobresalto y de sorpresa en sorpresa hasta terminar de imponer un régimen autoritario como el de Corea del Norte.

El problema con esas propuestas es que no hay nuevas justicias por inventar, como tampoco hay nuevos esquemas para implantar una democracia.

El Orden de Leyes que prevalece en el mundo tiene sus raíces en los albores de la civilización y mucho de lo que se considera justo y obliga a los miembros de un grupo humano, se gestó en las cavernas y rige el comportamiento de animales en aquello que cohesiona una manada.

Ya en el Código de Hammurabi, viejo en más de cuatro mil años, tallado en piedra y conservado en el museo de Louvre, se enumeran principios válidos al día de hoy, los que se plasman en el Código de Justiniano, que recopila la legislación romana; en la Carta Magna de los ingleses y en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Pero los efemelenistas dejan en claro que todo eso vale poco frente a lo que intentan imponer a los salvadoreños.

No hay en el mundo justicias por inventarse  

Piénsese en un hecho: llegado el momento de redactar nuevos “acuerdos de paz”, cada miembro del partido va a querer incorporar al proceso sus propias ocurrencias, como cargar con más impuestos a la población, legitimar compras y contrataciones a dedo, que la bonanza y la paz lleguen por decreto.

Luego vendrá la politiquería en la Asamblea, en aras de mostrar gran sensiblería social y secundando cada cosa, aunque sea nociva para el país.

Y así, paso a paso, irá tomando forma un Frankenstein criollo hasta que nuestro país sea la réplica exacta de Corea del Norte, donde los pobres siervos son forzados a llorar a mares cada vez que un capitoste entrega las chancletas.