Nadie hace mansiones para rentarlas a sinvergüenzas

Combatir la corrupción no sólo es deber esencial de un buen gobierno, sino la manera de proteger las instituciones, cuidar la transparencia de los actos públicos y asegurar eficiencia en el gasto estatal.

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05 December 2016

Fiscales anticorrupción han declarado que auditorías realizadas han ido elevando los montos de bienes y caudales no justificados de Mauricio Funes, que corrió a asilarse en Nicaragua, con gran disgusto de la población, que piensa que su país no debe ser refugio de personas que tienen cuentas pendientes con la justicia.
  
Combatir la corrupción no sólo es deber esencial de un buen gobierno, sino la manera de proteger las instituciones, cuidar la transparencia de los actos públicos y asegurar eficiencia en el gasto estatal, además de sentar ejemplo para toda la población de lo que debe y no debe ser. Y ese combate tiene que proceder de manera imparcial, sin favoritismos ni menos persiguiendo a unos corruptos e ignorando o protegiendo a otros.
Y es precisamente esa la sensación que ha quedado entre los salvadoreños.

El caso de Funes evidencia esto, como el no tomar acción con personajes que tienen todo el pelaje de los enriquecidos, que pasaron de la noche a la mañana de modestos asalariados a inversionistas con trajes Armani y permanentes viajaderas, además de ser favorecidos con rimbombantes nombramientos en cargos que todos saben que no podrán desempeñar con acierto alguno.

Volvamos a Funes,  que milagrosamente pasó de pequeña casa alquilada a vivir en grandes mansiones que él asegura son alquiladas, aunque es muy raro, insólito, que existan inversionistas que metan dinero en construir tal clase de residencias para alquilar.

Como parte de la investigación del caso la Fiscalía allanó un “spa” ahora abandonado que se construyó con préstamos respaldados por la firma solidaria de una secretaria y dos sujetos a quienes “se los tragó la tierra”, lo que a su vez plantea otra interrogante: ¿cómo es que los directores de ese banco no se aseguraron de la existencia real de quienes servían de garantes y que además tuvieran el capital y los medios para responder?

En cuanto a las casas alquiladas, la Fiscalía debe indagar quiénes son sus dueños, de dónde salió el dinero para construir esas grandes mansiones, si Funes depositó por adelantado varios meses de alquiler y a dónde han ido a parar esos cánones.

Al ojo puede calcularse que una residencia de esa clase cuesta miles de dólares por mes, los que un probo exfuncionario o presidente no tiene, a menos que durante sus tiempos en el ejercicio del cargo haya llenado alcancías, pero con los salarios de ningún gobernante o ministro salvadoreño es posible.

O todos los corruptos en la cama,
o todos los corruptos en el suelo


No puede erradicarse la corrupción mientras se persigue a unos y se protege a otros, se averiguan cuentas en lugares remotos pero apenas se toca a los favoritos de los dioses, llegando al extremo de hacerlos ministros.

No cuesta mucho dar con la respuesta simple a la mayoría de casos de enriquecimiento ilícito: prestanombres son usados para triangular dineros mal habidos, para aparecer como propietarios de suntuosas propiedades, para ser los que figuran en registros en el exterior como dueños de empresas donde se depositan las comisiones o mordidas procedentes de contratos y compras de equipos o servicios.

No es casual que Odebrecht, dueño de la firma que lleva su nombre, esté purgando una pena de diecinueve años de cárcel por lograr negocios y contratos sobornando a funcionarios, tanto privados como públicos.