El senador Patrick Leahy aplaude el trabajo que está haciendo la Fiscalía al ir tras corruptos, una de las grandes lacras del Hemisferio y en especial de nuestro país, como se ha ido revelando en los últimos meses.
Llega a tal extremo el problema en Iberoamérica, que no pasa día sin que se informe de nuevos hallazgos sobre el involucramiento de funcionarios brasileños en actos de corrupción, al grado que el expresidente Lula, en unión con varios de sus ministros y funcionarios, enfrenta procesos penales, pues aunque dicho demagogo no aparece con bienes a su nombre, durante su mandato el hijo pasó a mejor y opulenta vida, siendo ahora --y mientras no le obliguen a devolver bienes que se determine que son mal habidos-- todo un gran capitalista, una contradicción en alguien que “lucha por el pueblo”.
En cuanto al trabajo de la Fiscalía de El Salvador, falta mucho por hacer, porque si bien se ha investigado y procesado a varios acusados de enriquecimiento ilícito, otros de los que todo el mundo sospecha no sólo andan tan campantes, sino que han sido nombrados en “jugosos” puestos para los cuales no tienen capacidad.
Y la ciudadanía demanda que la justicia sea pareja, o sea, “o todos en la cama o todos en el suelo”. Allí tienen dos casos en los que los salvadoreños necesitan ver avances: el de Funes, que corrió a asilarse a Nicaragua media vez se comenzaron a allanar sus casas, y el del expresidente de la Asamblea que pasó de ser un muy modesto asalariado a inversionista de ropa Armani sin que a nadie le cuadre cómo logró eso.
El problema es haber tomado
el país entero como su finca
Son varios los casos de enriquecimiento que se investigan, incluyendo exfuncionarios que recibían salarios adicionales o que abogados llaman directamente “sobornos”, así como de personajes que se ufanaban de haber encontrado la manera de no pagar impuestos, como lo admitió Funes en su momento.
Pero todo eso palidece en comparación con lo que es la mayor corrupción que registra El Salvador: que un grupo en el poder simplemente cargó con todo, con el país entero, convirtiéndolo en su finca privada para disponer de presupuestos, empleos, canonjías, leyes hechas a la medida, al extremo de “crear” de la noche a la mañana casi cuarenta mil empleos para acomodar a activistas, con tareas tales como la de montar marchas y bloqueos contra la Corte Suprema.
Es con presupuestos estatales que se paga la enorme propaganda que ensalza los “logros” del oficialismo y ataca a las gremiales, intimida sectores... no hay dinero para comprar medicinas para tratar dolencias crónicas que padecen pacientes sin otra alternativa que los hospitales públicos, pero sí lo hay para difundir a todos los vientos las acusaciones del que capitanea a los efemelenistas o para alabar a Castro y a Maduro.
El país quiere más avances en lucha contra corrupción
No hay dinero para comprar medicinas para tratar dolencias crónicas que padecen pacientes sin otra alternativa que los hospitales públicos, pero sí lo hay para difundir a todos los vientos las acusaciones del que capitanea a los efemelenistas.
13 December 2016