SAN MIGUEL. El problema de Águila no pasa por indisciplinas, ni por cambios de técnicos. Águila no juega bien, pero no por una cuestión de estética: sin un mediocampo eficiente, sin técnica fina y sin una estrategia clara de cómo llegar al arco rival, el gol se le aleja a los emplumados.
Ayer, en otra triste presentación en un estadio Barraza que no estuvo ni medio lleno, los negronaranjas empataron a uno con Sonsonate, que por el contrario se vio superior en el mediocampo ante su rival a base buenas combinaciones y más claridad en la idea de ataque.
Volviendo del descanso, Águila rozó el empate con lo poco que empezó generando, hasta que volvió a diluirse. Al 47', Miguel Lemus remató de zurda sobre poste izquierdo y obligó a Hernández a desplegarse y atajar el bombazo. Después, al 63', Bryan Landaverde probó de larga distencia, pero sin éxito, en un momento en el que los locales ya empujaban hacia el frente pero se quedaban justo en los linderos del área.
Al menos esa presion sirvió para que Águila empatara el partido, cuando al 69' el árbitro Herrera señaló una falta sobre Jefferson Polío entre dos defensas rivales. Apareció Javier Lezcano para el cobro, a lo Panenka, para vencer al arquero Hernández y ofrecer alivio a las quejas migueleñas y ánimo a sus compañeros en el resto del encuentro.
Pues Águila rozó la victoria además, pues Carlos Carrilo tocó el balón con la mano en el área y regaló otro penal a los emplumados al 78'. Edwin Sánchez lo cobró fuerte, pero lo adivinó Hernández a media altura y ahogó el grito de gol, que también pudo ser el del triunfo.