Lo que pretende el gobierno, que no se den alzas de precios ni despidos de personal a causa del incremento arbitrario del salario mínimo, equivale a dar fuego a una parte del teatro y al mismo tiempo cerrar las puertas para que nadie escape. O como Nerón, inspirado tocando la lira mientras Roma arde.
La mayoría de la gente pensante en este país conoce las colosales dimensiones de la ignorancia del partido oficial en prácticamente todos los campos y en especial lo que se relaciona con trabajo, producción, comercio y lo que nos da de comer, nos viste, nos transporta y nos entretiene.
Pero los efemelenistas sí saben lo que sucede cuando suben los salarios y cambian las condiciones en las que se desenvuelve un negocio, pues lo han experimentado en carne propia con el desbarajuste de las empresas Alba.
Ignorancia, lo que brilla en el entorno del oficialismo, no pueden en este preciso caso pretender. Lo que lleva a la lógica conclusión de que quieren quebrar a la pequeña y mediana empresa y particularmente a la pequeña agroindustria.
¿Y la gente que pierde su empleo? Pues ya lo dijo la ministra de Trabajo: no es su problema, ya que ella está garantizada en su empleo; que el resto de los pipiles se las arregle como pueda.
Los efemelenistas están en una encrucijada, consecuencia de su incapacidad, voracidad y ceguera ideológica:
Las cuentas no les salen, van a la insolvencia, no pueden cubrir sus compromisos y el país está agitado a causa de la violencia que el gobierno no tiene ni capacidad ni gana de controlar. Agréguese a esto los conflictos en todos los sectores que desde hace un rato comienzan a saber quiénes son los causantes del deterioro nacional.
Con lo del salario mínimo los efemelenistas pretenden crear un chivo expiatorio: son los capitalistas los culpables del desmadre por oponerse a una mejoría en las condiciones de vida del pueblo. Obviamente dar fuego a la casa tiene sus réditos.
Uno de ellos es lo relacionado a las investigaciones sobre el Gran Hoyo de El Chaparral y los contratos a compañías brasileñas procesadas por corrupción en su país, un caso que involucra a Lula, “el modelo” de Funes.
Además está el deterioro de los servicios públicos, el impago de los bonos a las escuelas (pendientes los de enero cuando el año lectivo ya finalizó), los conflictos entre el Minsal, los gremios médicos, los hospitales semiparalizados, las carencias de medicinas, el deterioro físico de las escuelas, la inseguridad en los centros escolares y la deserción de estudiantes...
Sufren las consecuencias los más débiles en un país
Hay para remate una nube gris que ensombrece todo el panorama del partido oficial: las investigaciones sobre la corrupción, los enriquecimientos ilícitos, las averiguaciones que ya iniciaron sobre los patrimonios del presidente y vicepresidente, el uso de CEL como la caja chica del gobierno, los altos costos de energía a causa de ello, el que no haya funcionario o funcionaria que puede explicar cómo pagó los cuatro por cuatro en que se conducen...
Los salarios mínimos son el equivalente a las vallas que se colocan en las pistas de carreras, a los del salto de garrocha, a los jinetes de obstáculos: mientras más altas las vallas, menos posibilidad tendrán de saltarla los más débiles, los menos entrenados (sin experiencia), las mujeres, las personas mayores, para divierta de los nerones criollos en su circo...
Dan fuego al teatro y cierran las salidas
Con lo del salario mínimo los efemelenistas pretenden crear un chivo expiatorio: son los capitalistas los culpables del desmadre por oponerse a una mejoría en las condiciones de vida del pueblo. Obviamente dar fuego a la casa tiene sus réditos.
19 December 2016