Si El Salvador lograra graduar de bachillerato a toda su población en edad de trabajar, aseguraría un 2 % de crecimiento económico permanente cada año, explicó el economista principal de Centroamérica del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Jordi Prat.
Según el organismo internacional, invertir en el capital humano, en la población, especialmente aumentando los niveles y cobertura escolar y mejorando los indicadores de salud, permitiría una mayor dinámica económica.
El Estudio Macroeconómico Regional del BID denominado “Crecimiento inclusivo: retos y oportunidades para Centroamérica y República Dominicana”, que fue presentado este viernes, revela que los países con menos años de educación de la región serían los más beneficiados, de cerrar la brecha que existe con respecto a América Latina. Actualmente, Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador muestran un rezago de casi 3 años de educación promedio en la población de entre 25 y 59 años con respecto al resto de América Latina, donde el promedio es 9. 2 años de educación.
Según el BID, “en caso de lograr este mismo nivel, estos países podrían incrementar su crecimiento económico en 1.3% en promedio” y , dijo Prat, “si graduamos a todo el mundo, el crecimiento de El Salvador pasa del 2% a 4%. Así”.
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De esa manera, el bono demográfico es una oportunidad y un reto a la vez para El Salvador, puesto que de no comenzar a ocuparse de capacitar a su gente y proveerles las habilidades y herramientas para “enfrentar el mundo de hoy”, lo que el país tendrá en los próximos años son muchos “NiNis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan) y desempleados.
“La recomendación entonces es expandir la educación secundaria y mejorar el vínculo entre lo que demanda el mercado y lo que producimos en estudiantes y trabajadores”, puntualizó el autor del estudio.
El BID recordó la estrecha relación entre las variables ya que quién termina la secundaria reduce dramáticamente su probabilidad de estar en el sector informal.
Las estadísticas oficiales revelan que por ahora, solo el 46% de los jóvenes salvadoreños se han graduado de bachillerato; mientras que el 66% de la población está ocupada en el sector informal.
El informe también detalla que así como la educación permite que aumenten su capacidad de generar ingresos, las personas saludables también son más productivas.
En ese caso, por ejemplo, si Centroamérica lograra eliminar las brechas de la mortalidad infantil con respecto al resto de América Latina, la región tendría un crecimiento económico adicional de 0.21%; y si El Salvador bajara su tasa a la de Chile (con quien tiene una brecha de 0.44), implicaría un aumento del 0.3 % en el crecimiento de la economía salvadoreña.
De manera general, el reporte describe la importancia de fomentar la educación la salud y servicios básicos como un medio para lograr un crecimiento económico más inclusivo.
“En general, esas acciones facilitan la acumulación de capital humano el cual a su vez conduce a reducciones de pobreza más sostenidas y a una mayor cohesión social, facilitando la atracción de inversiones”, explicó la gerente del BID de la región, Verónica Zavala.
Migración y cambios en la política de Estados Unidos también influye en la región
El estudio del BID analiza el contexto económico regional y cómo este sería afectado por el comportamiento económico internacional, como consecuencia de una menor demanda y una política comercial incierta de Estados Unidos, el principal socio comercial de la región.
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El reporte elabora distintos escenarios que significarían retos importantes para la región Centroamericana, asociados a variables claves para los países, como el precio de las materias primas, en particular el petróleo, y las tasas de interés y la política comercial del país norteamericano.
Por ejemplo, si la economía estadounidense creciera 1%, la región también lo haría en 0.8 % por la demanda de mayores productos; y si aumentara el precio del café, le significaría un crecimiento de 0.1% a los países de la región.
Por otro lado, si endureciera fuertemente sus políticas migratorias y desencadenara una deportación masiva de centroamericanos, la caída sería de 0.6 % del Producto Interno Bruto (PIB) regional. Además, implicaría una reducción en el monto recibido en remesas familiares (que explican mayormente la escolaridad en el sector formal y los altos niveles de consumo), que tardaría en reponerse el apoyo de los compatriotas y los países deberían implementar políticas para acoger al capital humano retornado. Asimismo, si revocara el acuerdo comercial con Canadá y México (NAFTA, por sus siglas en inglés), implicaría una baja de 5.8 % del PIB acumulado en los próximos 10 años.
El reporte también examina el papel de la integración financiera en el comportamiento crediticio de la región. Dentro de sus conclusiones se determina que Centroamérica está expuerta a la velocidad de la “normalización” de la política monetaria de Estados Unidos, a cambios en los precios de los bienes primarios que exporta o de las materias primas que importa.