"Indocumentados en su propia tierra...".
Ya hablamos de la dura vida de trabajo de los salvadoreños, como de otras nacionalidades, en Estados Unidos, que no tienen protección legal, apenas reciben servicios públicos esenciales, laboran en lo que se les presenta y están expuestos a que la “migra” los eche del país en cualquier momento, lo que ahora es un desafío en la venidera presidencia Trump.
Pero muchísimos de nuestros connacionales enfrentan similares tratos en este suelo, pues el creciente descalabro económico causado por los dos gobiernos efemelenistas, las persecuciones de las pandillas y la pobreza de los servicios de salud, de educación, de abastecimiento de agua, malos caminos y carreteras, son un permanente sufrimiento.
Y a ello se suma el acoso fiscal, con el que, como lo han revelado magistrados de la Corte Suprema, el oficialismo paga cinco, diez y veinte mil dólares a individuos para que apoyen sus ocurrencias y planes.
Por recibir dinero del Ejecutivo en concepto de sobresueldos o simplemente regalos durante la gestión de Saca, es que están siendo investigados varios exfuncionarios.
A lo anterior se suma otra barbaridad: la posibilidad de que los venezolanos exijan que los ríos de petróleo que les entregaron durante los últimos años --petróleo del que dispusieron a su antojo los efemelenistas-- se consideren una “deuda soberana”, que la paguen todos los salvadoreños a través de más impuestos.
De nuevo, en lo que respecta a prácticas corruptas, “o todos en la cama o todos en el suelo”; el dinero se entrega, se informa, al contado, pero el dinero siempre deja rastro, pues es poco probable que los actuales corruptos guarden, como los narcos, esas sumas en un barril enterrado; cuentas bancarias deben de haber y es mandato constitucional que tiene la Fiscalía, tanto con los corruptos de la derecha como con los de la izquierda, de investigar los nuevos enriquecimientos.
Los principales evasores
son los corruptos y la nueva clase
El partido en el poder despilfarra dinero en todo lo que le da la gana, sin que existan controles que indiquen a dónde van esas sumas y que, como es siempre, carga sobre las espaldas de todos pero con más dureza en las de los pobres, de menores ingresos. Despilfarran a manos llenas indoctrinando casa por casa, sosteniendo los negocios de la nueva clase, persiguiendo a los productores.
No hay cárcel para los que botan a manos llenas los dineros de la gente, pero quieren que haya cárcel para quienes ellos acusan de evasores, cuando los verdaderos evasores son los corruptos, los narcotraficantes, los pandilleros (a los que les han ofrecido millones, según se denunció recientemente), los políticos que oyen voces desde lo alto antes de votar a favor de ciertas leyes.
¿Cuánto pagó de impuestos Funes, que corrió a asilarse a Nicaragua, durante su tan fructífero, sólo para él, paso por la presidencia? ¿Cuándo se ha pagado por las suntuosas residencias que alquilaba, quiénes son los dueños de esos inmuebles y de dónde procedió el dinero para construirlas?
¿De dónde sale el dinero para que una compañía sin ingresos y sin actividad pase mensualmente a Funes 13,500 dólares? ¿Quién es el dueño de ese negocio?
“Indocumentados” en cierta forma somos todos los salvadoreños que no pertenecemos a la “nueva clase”...