Presupuestos mentirosos se han venido presentando

Como señala el Banco Central, de préstamos en préstamos estamos llegando al punto en que los papeles de “el Estado” salvadoreño pueden convertirse en eso, en papeles sin mayor valor.

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29 November 2016

Los alegres presupuestos que viene presentando el oficialismo desde hace siete años se basan parcialmente en cifras irreales y, como lo dice la oposición, en mentiras, pues la maña ha sido la de excluir sectores como los pensionados o rubros como el Fodes para luego pedir más préstamos.

Los presupuestos del actual y previo gobiernos no incluyen bonificaciones a los agentes policiales, el costo de cubrir el escalafón, los pagos pendientes a proveedores incluyendo los dueños de inmuebles alquilados por oficinas estatales y estaciones de policía, los necesarios incrementos a los servicios públicos, etcétera.

Es obvio que tampoco se contemplen los dineros que, según el decir general, ofrecen a los camaradas embrutecidos por el odio, pagos que al llevarse a cabo forman huecos que hasta la fecha se tapan con más y más préstamos.

Como señala el Banco Central, de préstamos en préstamos estamos llegando al punto en que los papeles de “el Estado” salvadoreño pueden convertirse en eso, en papeles sin mayor valor, como de hecho ya casi ocurre, pues el país tiene que pagar intereses del diez por ciento para que sus bonos encuentren compradores.

Y de eso se trata la Ley de Responsabilidad Fiscal: ir tras cada centavo para asegurarse en alguna medida de que esos dineros se empleen como lo establece el presupuesto, que no cojan camino a otros usos como negocios rojos o bolsillos de gente de la nueva clase.
  

Cuando les toque votar,
no lo hagan con los pies

 

Volvamos a los “papeles” que el gobierno coloca en los mercados y que, como advierte el presidente del BCR, Óscar Cabrera, corren riesgo de convertirse en bonos basura.

¿Por qué el riesgo? Con los bonos que saca al mercado un gobierno sucede lo mismo como cuando una persona solicita un crédito a un banco: los banqueros examinan las credenciales del solicitante para establecer si podrá pagar, si tiene la capacidad como productor o comerciante para generar los recursos necesarios para cubrir el compromiso.

Los viciosos, indolentes, irresponsables, incapaces, deshonestos son rechazados pues su historial es de tramposo y, siendo así, no puede el banco confiar en esa clase de sujetos dinero que no es suyo sino de los depositantes.

Igual sucede con los países. Los compradores de bonos se hacen una similar interrogante: ¿tiene la República Bolivariana de Venezuela capacidad de generar la riqueza que requiere el pago de sus deudas?

Y en el caso de El Salvador la interrogante debe ir por similares consideraciones: ¿Puede responder por lo que presta un país exprimido hasta el hueso, donde la gente vive bajo la amenaza de pandillas, donde el poder está en manos de grandes luchadores revolucionarios pero que no pueden administrar y siempre piensan en expropiar y tomar lo que no es de ellos?

Cualquiera que se ponga en los zapatos de un inversionista al que se le presenta la oportunidad de invertir en Colombia o la nueva Argentina, o meter sus centavos en un país en vías de total subdesarrollo, va a responder como cualquiera de nuestros lectores que tenga la cabeza en su puesto.

Esto explica la reticencia de ARENA a dar luz verde a presupuestos y préstamos que a final de cuentas manejan los que están llevando a esta hermosa tierra a la ruina. Cuando les toque votar, no piensen con las extremidades...