Dos personajes políticos que tuvieron el atrevimiento de cuestionar a la dirigencia del efemelenismo recibieron la andanada de insultos, como acostumbra el oficialismo hacer con sus críticos, como si un ultraje, una descalificación, una amenaza, fueran argumentos válidos.
Como no es argumento, sino presiones e intimidación, amenazar con turbas y bloqueos a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y otros funcionarios que hacen cumplir la ley honradamente.
Lo lamentable es que ambas personas, un abogado y un alcalde, literalmente pasaron de un esquema repugnante a otro igual, declarándose partidarios de un individuo de dudosas credenciales que solo trata de encantar a la gente al estilo de Funes, el mismo que salió corriendo a asilarse a Nicaragua cuando la justicia comenzó a enjuiciarlo por enriquecimiento ilícito.
Lo que no acaba de entender cualquier persona bien nacida es por qué ambos señores no apuestan por la democracia real, por las libertades, por un esquema social que ha demostrado, pese a muchísimas limitantes locales, ser la única forma humana de regir a los pueblos, de construir un futuro promisorio sin hambre y con oportunidades para todos.
No se sale de nada fugándose de un esquema tenebroso a otro esquema igual que es una calca, un clon del primero, pues de lo que pueden todos estar seguros es de que “el partido” no suelta a sus figurones, los lobos con piel de oveja que le hacen el trabajo sucio.
Tan repugnante son las posturas del grupo en el poder que no vacilan en venerar a la dictadura venezolana, pese a las acusaciones que enfrenta de narcotráfico, el tráfico de estupefacientes, un tráfico de tragedias personales y muertes de tantos millones de pobres seres que caen en garras de la droga, el sostén del régimen cubano y su propio Estado fallido, fallido en lo económico, en lo moral, en proveer lo mínimo de sustento y servicios a su pueblo.
Por ahora el partido oficial, como sus dos críticos, disfrutan de las mieles del capitalismo, exprimiendo hasta el hueso a la población, a la que tienen endeudada hasta la coronilla y en riesgo —lo que las últimas elecciones han reducido enormemente— de un colapso.
Opten por democracia,
opten por la libertad
No es necesario ir a Guatemala, a México, al Uruguay a ver cómo funciona una sociedad libre, pues pese a sus limitantes y a los gobernantes que tiene, El Salvador sigue siendo una sociedad abierta, donde la gente actúa en libertad, trabaja, se comunica, intercambia y se mueve siguiendo sus impulsos.
Pero son libertades con pies de barro, como se demuestra con el hecho de que cientos de miles de jóvenes llegan a edad adulta sin una ocupación, casi condenados muchos de ellos a convertirse en la carne de cañón de las pandillas.
Los que creemos en la libertad, en el progreso, en la inherente dignidad del ser humano versus su envilecimiento, esperamos que esas dos personas vilipendiadas recapaciten y no caigan en las mismas redes, las de un farsante con los peores apetitos.