Con notable frecuencia, casi cotidianamente, voceros del oficialismo acusan a los medios y particularmente a los diarios de mentir, aunque nunca han demostrado que alguna noticia, declaración o análisis es falso, contrario a hechos comprobables. Que los puntos de vista del gobierno no coincidan con lo que se publica, es otra cosa.
Es el público el que juzga, ya que la gente vive las realidades y no va a seguir escuchando emisoras, viendo programas o leyendo diarios que pintan escenarios que chocan con lo que sus ojos ven, sus oídos oyen y sus personas experimentan.
El señor Medardo, que dirige al partido de gobierno, dijo hace un par de días que la militancia oficialista no va a cambiar de postura por lo que este Diario y otros medios afirmen y divulguen. Y tal cosa no sucederá, continúa, pues permanentemente activistas del partido oficial van de casa en casa hablando con sus bases y otras gentes, reafirmándolos en sus ideas y resentimientos.
La pregunta que vale hacer es: ¿quién paga por esos activistas, quién escoge a esos activistas, los alberga, quién los viste, los transporta, les da de comer, traza sus rutas, supervisa su labor, los organiza?
Es claro que la gloriosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas no paga por eso pues pasó al otro mundo hace más de un cuarto de siglo; tampoco se financia esa siembra del odio con dinero procedente de Venezuela pues allí no hay ni pan ni papel higiénico; menos serán los cubanos que están en las últimas, ni creemos que sean las FARC o los sandinistas los paganinis...
La respuesta es muy simple: son los salvadoreños todos quienes pagan la siembra del odio a través de impuestos, de altos precios, de malos servicios.
Exprimiendo a El Salvador
para mantener activistas
Los presupuestos de salud, de educación, de mantenimiento de calles y carreteras, el dinero para vacunas, para tratar enfermos de cáncer, sufren grandemente porque, a la llegada de Funes a la presidencia, de un día para otro se “crearon” casi cuarenta mil nuevas plazas, sin que hubiera en oficinas públicas espacio para recibirlos, dónde sentarlos o qué labores asignarles.
Por lo mismo, la conclusión lógica que sacan los salvadoreños es que esos son los activistas que andan “casa por casa” engañando a la gente, con dinero de “tu” bolsillo, salvadoreño, como también es de “tu” bolsillo que sale el dinero para los más de cincuenta suntuosos viajes de Funes y la mujer, los cuatro por cuatro de gente que nunca trabajó en el mundo real, los lujos de la Asamblea Legislativa y los alimentos de ministros.
Es de “tu” bolsillo que salen los continuos viajes de altos funcionarios a Cuba o Venezuela, actos para consolar a Maduro del desastre que el chavismo ha causado en ese país.
Es de “tu” bolsillo que se paga la propaganda masiva que busca distraer a los salvadoreños ante la situación económica del país.
Cuando veas llegar al activista, pregunta quién le paga... “Tú”.