La regla: los corruptos nunca pagan impuestos

Cuando el ministerio publicó listas que decía que eran de "evasores", los gremios del sector productivo aclararon que en la mayoría de casos se trataba de personas o entidades que tenían en revisión sus declaraciones.

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31 August 2016

Pese a presupuestar más de treinta millones sobre lo recaudado el año previo, el partido en el gobierno quiere imponer una multa de doscientos por ciento a los que considere “evasores”, lo que sin duda golpeará más la confianza de la gente en invertir y trabajar.

Pero, en aras de la gran revolución, entrarle a palos a los sectores de trabajo es válido, piensan, aunque dejen por fuera a corruptos funestos que no puede dar cuenta de las mansiones en que viven y el extravagante estilo de vida que llevan.

Axioma número uno: ningún corrupto paga impuestos, ya que por su condición de corrupto no da cuentas a nadie del dinero que se embolsa o de los gastos que por el pagan los distintos entes oficiales, desde las tarjetas de crédito que usa en sus viajes hasta el costo de vehículos y personal que la cleptocracia pone a su disposición.

En una situación económica crítica lo peor, como se ha comprobado numerosas veces, es subir impuestos, pues los negocios todos y la gente va cayendo en lo de “coyol partido, coyol comido”.

Y como en las barriadas donde los mareros son implacables con el cobro de “la renta” (y el castigo para los “evasores” no es una multa sino matarlos), los que manejan cualquier actividad con frecuencia tienen que escoger entre seguir operando o cerrar, aunque el fisco les continúe cobrando.

Los de Hacienda no comprenden que los impuestos son un costo de producción y que todo costo lo terminan pagando los pobladores.
Por lo tanto, ponerle la pistola en la cabeza a alguien es ponérsela a todos los que habitan esta martirizada tierra.
 

En los malos tiempos
lo peor es subir impuestos

 

“Inversión” son muchísimos actos, desde pintar los muebles de un local hasta capacitar vendedores. Por lo mismo, cuando hablamos de los efectos negativos que el aprobar o aumentar impuestos tiene sobre la población no sólo debe entenderse el capital que un fabricante foráneo tendría que hacer para instalarse en El Salvador, sino mucho del mantenimiento que se realiza aquí mismo.

En incontables casos esto impide reinvertir en los negocios, equivalente a que un carpintero venda a plazos sus herramientas: al poco tiempo queda sin posibilidad de continuar en el oficio.

Y una de las pésimas señales al respecto es lo que pasa en el mercado laboral: hay un gran desempleo y, sobre todo, entre los jóvenes. Y hay desocupación entre los jóvenes porque un negocio contra las cuerdas no tiene recursos para invertir en jóvenes sin experiencia, darles la oportunidad de aprender y crecer.

En su momento y cuando el ministerio publicó listas que decía eran de “evasores”, los gremios del sector productivo aclararon que en la mayoría de casos se trataba de personas o entidades que tenían en revisión sus declaraciones, o de grupos inactivos.

Pero en las listas, como es de suponer, no apareció ningún corrupto.