Al estilo de los que cuentan chistes en los velorios —una burla al pobre difunto y sus familiares— el ministro de Economía dice a los salvadoreños que “deben hacer un pequeño sacrificio” y aceptar que el IVA, vía recargos al uso de la electricidad, se duplique de un trece a un veintiséis por ciento.
Y aparejado con el aumento, el gobierno anuncia nuevos gastos, comenzando con pagos a los ninis, despilfarros en la legislatura, etcétera, sin duda cumpliendo con programas elaborados por la Fábrica Bolivariana de Ocurrencias.
Pero los sacrificios no deben cargar más sobre el de por sí muy sacrificado pueblo salvadoreño --sacrificado, saqueado, martirizado, extorsionado-- sino a un gobierno que gasta sin control, se endeuda sin pensar en las consecuencias que esto tendrá a muy corto plazo, que paga centenares de millones por obras-desastre como el gran hoyo de El Chaparral, que no va contra los corruptos que todos conocen.
¿Qué más sacrificio, preguntamos, que sufrir un terrible desempleo causado por las exacciones y las fracasadas políticas implantadas por dos gobiernos efemelenistas?
El grave problema del actual y previo gobiernos es que no pueden ir más allá de las consecuencias inmediatas de sus decisiones y actos. En el caso del nuevo cargo a las tarifas eléctricas, un costo que todos pagan porque todos consumen electricidad, ellos piensan en los ingresos, pero no piensan a fondo en los costos que el impuesto acarrea y los efectos que tales costos tienen sobre la producción y el bienestar de la gente.
Los costos, además, se desparraman como una cascada sobre toda la actividad económica del país, no sólo sobre quienes pagan el incremento.
Pero además los efectos no son “aritméticos” en el sentido de que toda la economía es afectada “en un trece por ciento”, sino muy variables e impredecibles, como cuando antes se hablaba de “los efectos multiplicadores”; algunos sectores son más golpeados que otros y habrá actividades más capaces de sobrellevar el incremento, que otras.
Interesante análisis que está pendiente: cómo los incrementos de impuestos y cargas se mueven en el cuerpo económico.
Hay empresas que pueden reducir el consumo eléctrico instalando paneles solares o sus propias plantas generadoras (lo que son importantes inversiones pero difíciles de hacer en el actual clima de incertidumbre), o simplemente se van del país a trabajar donde haya más sensatez.
Es lo que ha sucedido con muchas maquilas que no requieren costosas instalaciones: cierran la tienda y se mudan a Honduras o Nicaragua, pero al grave costo humano del personal que queda cesante (un costo que el actual grupo en el poder ni siquiera toma en cuenta, igual que los médicos parcheros --o parcheros simplemente-- que recetan medicinas sin enterarse de las contraindicaciones).
Austeridad para toda la gente
menos para los que están en el poder
De lo que pueden estar seguros nuestros lectores es de que al hablar de “sacrificios” los que están en el poder no se incluyen, pues siempre encuentran maneras de compensar lo que en alguna forma pierden.
Como lo que sucede en Venezuela: la población está pasando penurias terribles, se ve forzada a comer cualquier cosa y buscar en basureros, pero no los jerarcas, los Maduro ni las hijas de Chávez, dignamente alimentados y dignamente engordados.
En esto de monumentales gorduras, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia...