Ni Maduro ni los del ELN son capaces de pensar

Es lo que aqueja a los vociferantes sujetos que atacaron la sede de ANEP esta y la semana anterior, ostensiblemente para forzar a la gremial a apoyar una propuesta de salario mínimo también irracional.  

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02 June 2016

La periodista española Salud Rodríguez fue liberada por sus captores del ELN que, para fortuna suya, no le hicieron pasar los horrores que sufrió Ingrid Betancourt cuando fue secuestrada por las FARC.

Betancourt llegó a territorio controlado por la narcoguerrilla, la encerraron, la vejaron, la redujeron casi a la condición de esclava y fue sólo gracias a un canje de prisioneros que la liberaron seis años más tarde.

Salud Rodríguez fue muy precisa en las declaraciones que hizo al salir en libertad: es imposible hablar con los del ELN porque están absolutamente cerrados en sus mentes, tan cerrados como Maduro.

Nadie puede hacer entrar en razón a enloquecidos precisamente porque su condición mental excluye la razón, la lógica, el debate, reconocer errores, ceder un milímetro en sus posturas.

Y aunque Maduro hace payasadas para divertir a las masas, como con la historia de Chávez materializado en un pajarito, en cuestión de minutos la sinrazón se posesiona de él. Y de allí los palos de ciego con que pretende mantener el control de “la revolución”, como trabajar solamente dos días a la semana, racionar lo que casi no existe, expropiar fábricas paralizadas, etcétera.

Maduro no está solo con el ELN y las FARC. Individuos como Rafael Correa, Cristina Kirchner durante y después de su mandato, Daniel Ortega, padecen de ese mismo mal.

Es lo que aqueja a los vociferantes sujetos que atacaron la sede de ANEP esta y la semana anterior, ostensiblemente para forzar a la gremial a apoyar una propuesta de salario mínimo también irracional que llevaría a la quiebra a muchas empresas, un monto fijado por individuos cerrados a todo argumento.

Hitler llegó al poder
en elecciones libres
    

Se montó una “mesa de diálogo” en República Dominicana para canalizar las propuestas de la oposición de Venezuela y de los representantes de la dictadura, “mesa” que busca lo imposible, que es lograr que Maduro salga por sus propios pies a causa del desastre en que ha hundido al país. 

Son dos los argumentos que esgrimen los izquierdistas en esto del caos de Venezuela: que el régimen fue electo “democráticamente” y, por tanto, debe respetarse “la voluntad de el pueblo”, y el otro, el más risible, que “crisis hay en todo el Hemisferio”, como si hubiera un país, con  la excepción de Cuba, en el que faltara lo elemental, desde papel higiénico hasta el pan y la electricidad.

En esto de “electo democráticamente” se trata de una falsedad, pues para que ganara Maduro, los chavistas reformaron las leyes.

Lo segundo, obviamente, es que el voto no es una patente de corsario que faculta a un régimen a abusar, romper el orden de leyes, desconocer a la oposición y entrarle a palos a la gente.

Un régimen puede llegar al poder con el aplauso general y un sólido mandato de los electores, pero eso no le faculta saquear un país, pasar sobre los pesos y contrapesos institucionales, traficar con drogas, caer en corrupción, insultar a y que sus dirigentes den señales de locura. Hitler llegó al poder en elecciones libres.

Todas las democracias tienen mecanismos para sacar del poder a ladrones o destructores.