Empleados públicos van a marchar, lo quieran o no

El Salvador cuenta con muy buenas instituciones, con un orden de leyes que encaja con la civilización occidental, con tradiciones sanas. Y eso es lo que debemos defender frente a los populachos.

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05 June 2016

Los empleados públicos, según denunció ARENA, fueron llevados a celebrar el segundo aniversario del actual gobierno, “quisieran o no quisieran”, se sintieran bien o estuvieran indispuestos , fueran o no fueran partidarios de lo que sucede en el país.
 
A esas personas se sumaron otras cuantas miles, de sencilla apariencia, que fueron traídas en autobuses y que por la tarde volvieron a sus lugares.
      
Esta es la segunda concentración en un mes, después de la del 1 de mayo, en la cual además participaron grupos de individuos enmascarados que se dieron a la tarea de pintarrajear autos y edificios, dañar vehículos de medios de difusión e insultar a los sectores de trabajo.

Lo aflictivo en todo esto es que expone lo que los comunistas en este país entienden por “democracia”: prepotencia (como se demostró cuando uno de ellos se refirió a sus opositores como “perros”), actos de fuerza, engaño permanente a la ciudadanía, confusión respecto al rumbo que se lleva.

Confusión de los muchos pero no de los que saben interpretar señales, que conocen la historia del siglo XX, que han seguido la trayectoria de los que capitanean el  partido.

Generalmente las marchas de la izquierda radical son arregladas, como las que organizaron en los Años Setenta y que, en muchos casos, buscaban crear mártires, pobres muchachos que salían de la Universidad Nacional para enfrentarse a pelotones del Ejército que no tuvieron la inteligencia para repelerlos con armas no letales aunque fueran escopetas hechizas. Y es que se había prohibido vender armas no letales al gobierno de entonces, que literalmente cayó en la trampa.
 
Y ya con los mártires comenzaba el rito de pasearlos por toda la ciudad...
 

Las marchas raras veces
son fuente de Derecho

Esta clase de marchas siguen los patrones de todas las dictaduras que son y fueron. Para comenzar la costumbre es que alguien pase lista para ver quiénes no llegaron y quiénes sí, para luego cuestionarlos. Es el llamado “baño de multitudes” que chifló de la cabeza a dictadores y dictadorzuelos en los cuatro confines del globo.

Hubo marchas en el Tercer Imperio de Hitler, las lleva a cabo Castro, las organiza Maduro, fueron norma con el sanguinario Trujillo de la República Dominicana, las ponía en escena el general Martínez (los pobres escolares tenían que entrenar desde un mes antes para la gran marcha patriótica, entrenar bajo el sol en el desaparecido Campo de Marte)...

Y, desde luego, muchos hemos visto cuando tropa, armamento y “el pueblo” marchaban pasando un palco en la Plaza Roja de Moscú, frente al carnicero Stalin y sus secuaces.

Las marchas, demostraciones callejeras, los mítines, no son fuente de Derecho, no pueden fundamentar estados democráticos a menos que sean para oponer una dictadura, como acaece en estos momentos en Venezuela.  Y sucedió con la huelga de brazos caídos que dio fin a la dictadura martinista en esta tierra.

El Salvador cuenta con muy buenas instituciones, con un orden de leyes que encaja con la civilización  occidental, con tradiciones sanas. Y eso es lo que debemos defender frente a los populachos que la izquierda radical está soltando y que no se dan cuenta de que ellos son las primeras víctimas de las dictaduras.