Quieren tomar el pulso del país encerrados en sus dogmas

Los efemelenistas pretenden que quieren oír a la gente, pero lo que están oyendo son voces que les hablan desde lo alto. Encerrados en su espacio, en “el partido”, es imposible que conecten con la gente, con los sectores productivos, con la población que necesita de servicios.

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Por Elizabeth Castro

27 March 2018

Para “estar en mejor sintonía con el sentir y deseos de la población”, el partido oficial ha montado una nueva ronda de “sillas musicales” moviendo ministros de un lado a otro pero sin cambiar a ninguno de los ya conocidos personajes que la población sabe que le han causado daño al país.

En teoría, los renombramientos tienen el propósito de poner gente más idónea en ministerios y otras dependencias, aunque algunas de la figuras, como los funcionarios de Salud, no las mueve nadie pese a las protestas del gremio médico, hospitaliario y pacientes.

Era innecesario hacer consultas y sesudos análisis sobre cada cartera y cada uno de los funcionarios: habría sido mejor meter en un sombrero papelitos con los nombres de los egregios dirigentes, sacarlos con los ojos vendados y colocarlos en un cartón con los puestos que se resdistribuyen, como las loterías de los pueblos. El público solo agradece que dos hayan sido enviados fuera del país.

Los efemelenistas pretenden que quieren oír a los ciudadanos, pero lo que están oyendo son voces que les hablan desde lo alto. Tan perdidos están que mueven gente de agricultura --que nada de importancia hacía por el sector-- a la Superintendencia del Sistema Financiero, como si esa entidad pudieran manejarla personas que no son doctas en finanzas y banca. Y así uno tras otro.

Solo hay que ver cómo han linchado o defenestrado políticamente a militantes críticos del partido, haciéndoles toda clase de acusaciones, pero sin hacer una pausa para razonar si lo que le dice su misma gente tiene algo de razón.

La actitud muestra un grave desdén por los que no son sus incondicionales, como si se tratara de seres inferiores cuyo destino es servir los intereses de los iluminados, ser siervos de gleba.

Encerrados en su espacio, en “el partido”, es imposible que conecten con la gente, con los sectores productivos, con la población que necesita de servicios y que no tiene más alternativa que ir a escuelas, hospitales y facilidades públicas.

Tal proceder, una soberbia e intolerancia sin sentido, causa daños al país, a nuestras relaciones con la región, a la competitividad de la producción salvadoreña, a las inversiones.

Disfrutan mieles capitalistas y

exprimen más a la población

Cada año, se sabe y se informa, alrededor de ciento cincuenta mil jóvenes entran a la edad adulta sin tener posibilidades de trabajar, una fuerza laboral que se pierde para el país. No hay una búsqueda de soluciones, las que no van a encontrarse en los conciliábulos de gente a quien la historia hace mucho que dejó atrás, desde la “revolución de 1848” cuando Marx lanzó su Manifiesto Comunista.

Como les dijo Alexander Solzhenitzyn, es el momento de que sacudan el polvo de sus relojes y en vez de ver como modelo una narcodictadura, la venezolana, incorpórense al siglo XXI.

El partido oficial por ahora disfruta de las mieles del capitalismo mientras exprime cada día más a los salvadoreños.