En medio de una crisis general --faltan recursos en todos los campos del quehacer estatal-- el gobierno sale con un plan para repartir dinero a los ninis, jóvenes que por diversas razones ni estudian ni trabajan.
Lo primero que viene a la mente de los salvadoreños es el peligro de que se termine pagando con dineros públicos a brigadas de activistas de cara a las próximas elecciones. De esa manera, lo que ingresa con los impuestos a las telecomunicaciones --mucho de ello se aprobó alegando que era para “seguridad”-- corre el riesgo de que se utilice en agitación política.
Si no hay para catéteres, escuelas, reparar vías, vacunas, pago de pensiones a los militares, etcétera, tampoco lo habrá para quienes ni trabajan ni estudian, pero sí habría para los que agitan y hacen proselitismo.
¿De dónde saldrá el dinero para sostener ese programa de la perpetua holganza? Dado que el gobierno no produce recursos sino únicamente los consume, la respuesta es inequívoca: saldrá de tus bolsillos, muy querido salvadoreño.
Estas realidades --de que la gente termina pagando todas las ocurrencias, abusos, despilfarros y mala administración-- no debe hacer que nos olvidemos del problema de los “nini’s”, aquellos jóvenes que debido a la crisis actual, no tienen forma de educarse y no encuentran trabajo.
Hay soluciones para que nuestro país no quede con una enorme carga de gente que no aprendió a hacer nada útil, personas que no tendrán más opción que realiza las más elementales tareas o morirse de inanición.
El mundo ya pasó por situaciones similares y en muchos sentidos lo sufre con las pandillas.
Organice cada comunidad
la enseñanza de su jóvenes
Al colapsar los esquemas formales de enseñanza, como ocurre hoy en día en que muchas escuelas están cerrando por temor, toca a las comunidades organizarse para educar a sus hijos.
Es lo que sucede, como ejemplo, cuando predicadores europeos se instalan con sus familias en medio de pueblos primitivos: tienen que organizar la enseñanza de sus hijos.
Es lo que sucedió durante la guerra El Salvador: un gran número de escuelas fueron destruidas, el país se quedó sin textos ni maestros, a duras penas pudo mantenerse la enseñanza.
Fue como una respuesta a esa situación que EL DIARIO DE HOY inició sus programas educativos, los que ha venido perfeccionando y mantiene al día de hoy: semanalmente en este Diario y MAS! se publica material escolar que puede pegarse en las paredes, para provecho de todos los alumnos en un centro escolar.
Las comunidades por su parte pueden organizar cursos de enseñanza de oficios con un voluntariado de artesanos, montando una réplica de los viejos sistemas de aprendizaje que la OIT persigue.
Involucrar a comunidades en la educación de sus hijos fue el propósito de Educo, suprimido de golpe por el anterior régimen sin ni siquiera enterarse de los beneficios que aportaba al país.
En estos momentos, Educo llenaría un gran vacío en sitios donde las maras han obligado a cerrar escuelas.
Lo que falta es que una universidad o grupo cívico organice lecciones además de contrarrestar los lavados de cerebro.
Lo que menos necesita el país, y el mundo, es una mayor cantidad de gente acostumbrada a vivir a costillas de otros.