El sueño de dos extraordinarias personas, Napoleón y Mercedes, germinó hace ochenta años un dos de mayo, sueño que se transformó en lo que sería una luz en el camino de la patria.
La flecha que encendió el amor entre ambos fue Ibsen, el dramaturgo noruego de Casa de Muñecas, el Enemigo del Pueblo, Peer Gynt...
Ambos eran amantes de la literatura y de la poesía; Mercedes estudió en un Liceo Francés, donde aprendió el idioma; hasta los cien años recitaba con profunda emoción versos que había memorizado en su adolescencia.
A los trece o catorce años, Napoleón, estudiante en San Miguel, fundó con el joven Julián López Pineda, quien luego fue el gran periodista de Honduras, su primer diario, La Noticia.
Mercedes salió del Liceo, donde además fue estrella de basketball, para trabajar en el Banco Occidental de don Benjamín Bloom, que fue padrino de la boda de sus padres y que también sería de la suya.
Napoleón recorrió parte de Estados Unidos y vivió en Cuba, para volver a San Francisco, estudiar ingeniería, trabajar en los ferrocarriles y leer muchos de los grandes clásicos de la Economía Política, lo que forjó su pensamiento; algunas de esas obras están en lo que fue su biblioteca.
Napoleón volvió a El Salvador como economista, trabajó en cuestiones relacionadas con la banca y el impacto de la crisis mundial en el país; escribía en los diarios de aquella época.
Diferencias con el general Martínez le llevaron a renunciar de sus cargos y volver a La Unión y a la agricultura.
Luego, fundó con su esposa, Mercedes, EL DIARIO DE HOY, periódico que fue el gran innovador del periodismo centroamericano: el primer matutino, el primer tabloide, el primero al alcance del pueblo, el primero con fotografías y noticias internacionales.
Fue la primera palestra periodística, un centro de debate, un espacio para luchar por las buenas causas. Enseñando a pensar.
En estas páginas se llevó la lucha para que el desarrollo hidroeléctrico quedara en manos de salvadoreños y no se entregara en concesión, lo que llevó a la fundación de la CEL, cuyas primeras oficinas estuvieron en el edificio de EL DIARIO DE HOY.
Y gracias a ello es que se construyó la presa Cinco de Noviembre, entonces la obra de ingeniería más grande en Centro América, la base de la industrialización de los cincuenta en El Salvador, lo que nos plantó en la modernidad.
Seguimos siempre de vigías
para alertar de la barbarie
Desde su fundación EL DIARIO DE HOY abogó por incontables causas, denunció los abusos del poder, sufrió persecuciones y censuras —su director fue tres veces exiliado y un editorialista encarcelado— a lo que se suman coacciones y amenazas, como las del primero de mayo.
Siempre su gran fortaleza ha sido la lealtad a lo que fundamenta la civilización occidental, a lo que encaja con la moral, la razón, la decencia y las más nobles aspiraciones de nuestro pueblo.
Como hace ochenta años, seguimos innovando para servir mejor a nuestros lectores, ser más objetivos, más completos, más interesantes. Hay que reinventarse cada día pero igualmente hay que seguir de vigías en los acantilados frente al mar, para descubrir los navíos de la barbarie, de los que quieren asaltar, sembrar el odio, dar fuego a lo que con tanto esfuerzo se levantó.