Los comunistas presionaron por que la ley de la Siget faculte al ente a censurar contenidos, como en Corea del Norte, Cuba y en las zonas controladas por el Boko Haram en Somalia, todos hermanados.
Suponiendo que tal cosa no pisotee las garantías constitucionales ni las disposiciones de la Carta Interamericana de Derechos Humanos y que además nadie se opusiera en esta país a la pretensión, hay obstáculos en la práctica casi imposibles de solventar al aplicarse esas medidas.
Es seguro que ante la imposibilidad de amordazar sólo la mitad de la boca de alguien, rápidamente se cae en el “todo o nada”: en Cuba simplemente se censura en un ciento por ciento.
El segundo obstáculo es de entendederas. He aquí un ejemplo: visita El Salvador un experto en finanzas y hace muy importantes declaraciones. Éstas llegan a la Siget y no hay nadie que entienda de qué se está hablando.
¿Qué sucede entonces? Que la Siget se pone en contacto con las luminarias de la revolución, pero éstas se pasan la pelota de un lado a otro, consultando en la internet los términos y expresiones jamás oídos por ellos.
Y mientras, el programa paralizado o pasando los últimos discursos de don Salvador contra los medios de difusión.
Cuando se comienzan a manosear contenidos muy pronto se cae en tremendas dificultades: hay que arreglarle la nariz a tal corrupto o bajarle la barriga a otro “por cuestiones de imagen”. ¿Qué sucede cuando el ministro tal confunde la amnesia con la magnesia?
Y mientras, las impresoras paralizadas, los presentadores del programa esperando en todo lo que se tarda el de Siget en medio descifrar lo que algo significa y el censor metido en una redacción quiere que por cuarta vez le expliquen el significado de tal suceso.
¿Regulará la ley propuesta si son los medios los que deben llegar con sus grabaciones y textos a la Siget para que se aprueben, o mandarán a cada medio al censor? Además ¿estarán obligados los medios a tenerle escritorio al censor y además servirles café? ¿O es que todo se hará por vía electrónica?
¿Habrá plazos para que el censor autorice una noticia?
Nazis, comunistas, talibanes
hermanos en la chifladura
Las entrevistas en vivo son el gran, gran, gran problema, pues si al entrevistado se le sale contar lo que vio una noche cuando un borracho mató en un auto deportivo a su acompañante, ¿quién carga luego con la responsabilidad?
Recordando los buenos, viejos tiempos cuando este Diario salió a la luz, hace ochenta años, vamos a repetir una historia requetecontra sabida por muchos: de cómo doña Mercedes de Altamirano tenía que ir casi a medianoche “con las pruebas de galera” que eran hojas de papel húmedas con las noticias del siguiente día, donde el censor. Ella se quedaba estacionada fuera en su panelito Bantam mientras el censor iba leyendo línea por línea...
Por esos años quien esto escribe recuerda haber visto una carta que recibió una tía suya de Bélgica, con párrafos enteros tachados en tinta china por el censor, como lo hacían los nazis y ahora los comunistas y los talibanes. Quieren tapar el sol con un dedo.