Destrozando nuestras calles en provecho del Sitramss

Así como los buses en sus nuevos recorridos están destrozando calles de Soyapango, lo hacen también en calles y avenidas de San Salvador que no fueron ni pensadas ni construidas para soportar ese tráfico pesado

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07 April 2016

"... la calle no es calle, es un pasaje... hemos tenido problemas con las tuberías que muchas veces se han roto. ¿Imagínese que se rompieron con el paso de pocos carros... ¿Qué sucederá al circular por aquí buses y microbuses?”, dijo la señora Norma Luna, vecina de la colonia Guadalupe de Soyapango, al protestar por otro cambio en los recorridos del transporte público.

Los cambios de rutas, denuncian por su parte varias asociaciones de buseros, entre ellas AEAS y ATP, son para forzar a la gente de Soyapango y otras colonias del oriente de San Salvador a usar las unidades del Sitramss, el negocio privado de miembros del grupo en el poder.

El jueves por la mañana, los buseros de Soyapango tenían proyectado protestar pitando durante cinco minutos en contra de las medidas de Transporte, impuestas, como ellos afirman y repetimos, para forzar a la gente a usar, a precios más altos, los buses articulados del Sitramss. Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar, la policía intervino y reprimió la manifestación de vendedores que se sumó al movimiento.

Así como los buses en sus nuevos recorridos están destrozando calles de Soyapango, lo hacen también en calles y avenidas de San Salvador que no fueron ni pensadas ni construidas para soportar ese tráfico pesado.

Pero eso no les quita el sueño ni a los del Viceministerio de Transporte ni a los rojos, obsesionados en beneficiar su negocio del Sitramss. “No entendemos por qué se quejan los vecinos”, dijo un funcionario.

Si no les gusta lo que pasa, vayan a vivir a otra parte

Como se dice (falsamente) de María Antonieta, reina guillotinada de Francia, que “coman pastel” los que clamaban en París pidiendo pan. Igual con los automovilistas particulares, los usuarios de buses, los residentes de las colonias por donde están desviando buses, los que sufren la contaminación y la suciedad: si no les gusta, váyanse a vivir a París o Chicago...

Las ganancias obtenidas por ese monopolio las privatizan los rojos que manejan el negocio, al mismo tiempo que las pérdidas se pasan al público, a los pobladores del Gran San Salvador y a todo el país.

¿Cuáles son las pérdidas?

Son múltiples, muy graves. La primera es la destrucción de las superficies de rodaje de las vías, que en el tiempo que lleva operando el Sitramss se manifiestan en hoyos, baches y superficies irregulares.

La segunda es el desorden causado por los congestionamientos de todas las calles, que obliga a automovilistas y peatones a pasar más tiempo para llegar de un punto a otro.

 Los grandes pensantes de Sitramss se las arreglaron para partir la ciudad en dos; poco les faltó para forzar a los peatones a hacer complicados rodeos para ir de una cuadra a un lado de la Juan Pablo, a otra al otro lado.

La tercera, como señalaron los vecinos de la colonia Guadalupe de Soyapango, son los perjuicios causados a las infraestructuras de servicio de agua potable y desalojo de aguas lluvias y aguas negras, lo cual está acortando en forma alarmante la vida útil de esas redes.

La cuarta es el deterioro de motores y carrocerías de autobuses y vehículos particulares, que también acortan la vida útil de tales unidades.
Gasto de combustible, enfermedades respiratorias incluyendo cáncer del pulmón...

Y rehacer todo lo que está destruyendo el Sitramss en su recorrido principal y las líneas de alimentación sale del bolsillo de todos los salvadoreños, sea en mayor desplume fiscal o en el dinero para mantener, reparar o comprar un nuevo vehículo, y el tiempo que se pierde.