Se calculan en tres mil millones de dólares las pérdidas causadas por el reciente y espantoso terremoto en Ecuador, país al que organismos internacionales han ofrecido ayuda por seiscientos millones de dólares.
El sismo se produce en un pésimo momento económico para Ecuador a causa de las políticas populistas de Rafael Correa, que ha venido antagonizando a los medios de difusión, a los productores, a comerciantes, exportadores, agricultores, a las entidades financieras internacionales...
Poner en pie un país que sufre un cataclismo o queda devastado por guerras y conflictos internos es primordialmente tarea de cada dueño de uno o varios inmuebles, como ha sido la historia del mundo.
Y así fue en El Salvador después de los terremotos de enero y febrero de 2001: la ayuda se manejó con toda transparencia por el gobierno de Flores, a lo que se sumó un hecho de primordial importancia: la gente confiaba en el futuro del país y sacó ahorros, fuerzas y préstamos para poner en pie lo que se había derrumbado, lo que no sucedió, como ejemplo, en Managua ni menos en la Europa del Este. También un par de ciudades como Palermo, Sicilia, tienen materiales y desechos de la Segunda Guerra Mundial, es decir, que datan de hace sesenta años.
Correa no es quien va a dinamizar el país para que la gente “con sus propias manos” lo ponga de pie. Lo probable es que las localidades de la provincia de Manabí, en el noroeste de Ecuador, que sufrieron el mayor impacto, queden como campos de ruinas mientras siga la dictadura.
Y esta misma situación se está dando en El Salvador, sobre todo en el centro capitalino y la periferia: edificios y viviendas, sin terremoto, están deteriorándose de un año a otro, sin que los dueños de esos inmuebles los reparen y devuelvan a la vida.
No se ven andamios, camiones acarreando materiales, obreros levantando paredes... pero sí muchos locales cerrados.
Las señales del deteriorose ven por todo el país
La Habana sin terremotos, como toda Cuba, es semirruinosa, al igual que la ruta que lleva Venezuela con el presente régimen, pues así como no hay medicinas ni pollos y ahora tampoco cerveza, no hay materiales de construcción, cemento ni pintura.
Una conocida frase francesa dice que allá donde va la construcción, todo va; cuando se construye no sólo se genera trabajo y se invierte, sino que se construye porque hay negocios y actividades que requieren de esas instalaciones para operar.
Pero eso, por las señales que hay, no va a suceder en el Ecuador con un personaje cerrado en el poder, como tampoco va a pasar en El Salvador mientras los rojos sigan exprimiendo al país y rehúsen llegar a entendimientos con los sectores de trabajo.
Las fotografías que nos llegan del Ecuador estremecen. Se piensa en primer término en los desaparecidos que pueden estar enterrados vivos, como en la inversión que dueños de locales y apartamentos hicieron y que difícilmente van a recuperar.
También se piensa en las empresas y negocios que serán forzados a cerrar, como en sus empleados y ejecutivos que pierden sus empleos y con ello los medios para sostener sus familias y las comunidades donde viven.
Las excesivas cargas fiscales han llevado a los salvadoreños como a los ecuatorianos a lo de “coyol partido coyol comido”.
¿Cómo reconstruir Ecuador con Correa y su demagogia?
El sismo se produce en un pésimo momento económico para Ecuador a causa de las políticas populistas Rafael Correa, que ha venido antagonizando a los medios de difusión, a los productores, a comerciantes, exportadores, agricultores.
21 April 2016