¿Es que los alumnos aventajaron a sus maestros?

Es de esperar que la Fiscalía General de la República y el sistema judicial investiguen esos extraños vínculos del pasado régimen funesto con empresas corruptas de Brasil. 

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17 April 2016

Al asumir su malhadada  presidencia, Funes declaró que tomaba como modelo al entonces presidente del Brasil, Lula da Silva, lo que ciertamente y, de acuerdo con las investigaciones de Probidad, cumplió.

Lula, como su sucesora, Dilma Rousseff, siguen el  mismo libreto de izquierdistas radicales y comunistas: de candidatos truenan contra la corrupción, se oponen a todo y particularmente a préstamos, denuncian los “monopolios” y se rasgan las vestiduras por “el pueblo”.

Pero, ¡ah!, una vez llegados al poder todo eso se olvida y se dedican a saquear a los países, a meterse en negocios turbios, vivir en la opulencia y  presentarse como la encarnación de “el pueblo”.

Brasil ya destituyó a dos presidentes por corrupción y descalabro: el primero, el comunista Joao Goulart; más recientemente Fernando Collor de Mello, por tolerar la corrupción.

El antecesor de Rousseff, Lula da Silva, enfrenta procesos penales por corrupción, mientras ella está acusada de maquillar cuentas y balances oficiales y de que en su campaña presuntamente se usaron fondos provenientes de corrupción, concretamente de negocios ilícitos de la firma Odebrecht, cuyo presidente ha sido condenado a 19 años de cárcel.

Estos hechos han generado masivas protestas en Brasil y movido al Congreso a iniciar procedimientos para destituir a Rousseff, cuyos aliados han abandonado la coalición gobernante. La Cámara baja aprobó anoche abrirle un juicio político y falta que lo ratifique el Senado.

El juego de Lula y su gente se ha descubierto: compañías brasileñas inflan ofertas y ganan contratos a base de comisiones debajo de la mesa (las llamadas coimas), las que pasaban en parte al partido oficial para financiar campañas políticas y, de seguro, quedarse con su tajada. Fue con dineros de Odebrecht, se reveló, que presuntamente Rousseff financió en buena parte su campaña.

Otra de las compañías denunciadas es Queiroz Galvão, ahora bajo investigación.

La constructora Queiroz Galvão fue contratada por CEL para la expansión de la represa Cinco de Noviembre, en tanto que  Odebrecht fue precalificada para continuar con la malograda represa El Chaparral, cuyos trabajos fueron abandonados con el argumento de que “la montaña que se movió”.

Y para consolarlos de ese inesperado suceso geológico, Funes avaló y defendió el pago de $108.5 millones a la firma Astaldi, pese a que la obra solamente había sido terminada en menos de un treinta y ocho por ciento, según reconoció el gobierno.

Hay que aclarar que ese pago no lo hizo Funes de su bolsillo, sino tomando fondos de los bolsillos de todos los salvadoreños. El señor es muy generoso con lo que no es suyo, además de llevar una suntuosa vida personal.
 

¿Quiénes fueron el enlace
con las corruptas empresas?

  

La corrupción, al igual que la demagogia de partidos como el PT de Lula y Rousseff, pesan negativamente sobre Brasil y sus vecinos, pues en lugar de promover el desarrollo liberando la economía --menores impuestos, menores regulaciones, menor saqueo fiscal-- se meten a subsidios, a obras inútiles, a apuntalar regímenes como el castrista y el chavista.

Brasil está financiando en estos momentos un enorme complejo portuario en Cuba por una parte, mientras no logra revertir el desastre de las favelas, concentraderos de droga, delincuencia y sórdidas prácticas donde ni la policía se atreve a entrar.

Es de esperar que la Fiscalía General de la República y el sistema judicial investiguen esos extraños vínculos del pasado régimen funesto con empresas corruptas de Brasil, que venían inflando ofertas y sobornando para conseguir contratos. Investíguense los posibles enlaces de corrupción.